Capitulo 28

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Al llegar al club los ojos de todos los presentes se posaron en los tres, por razones obvias, no sólo por su aspecto un tanto desaliñado producto de la búsqueda o por su cara de preocupación, más bien por qué la mayoría estaba al tanto de la desaparición de la dama y dudaban que fuera un secuestro más bien asumían que había huido con su amante con el fin de omitir un matrimonio impuesto.

-Hereford- saludó al hombre que se encontraba sentado con una copa en su mano izquierda y un cuaderno en la derecha que leía cuidadosamente.

-Granby- respondió al saludo despegando su vista de las letras para posarla en los tres -No debemos desperdiciar más tiempo en palabrerías- concluyó para luego pedir su abrigo y sombrero.

-¿Tienes una idea de dónde puede estar?- preguntó su hermano con la desconfianza dibujada en su cara.

-Tengo un par de ideas pero no la certeza que esté ahí, quien la tiene es peligroso y aunque no lo parezca astuto- Aseguró con el semblante ensombrecido y actitud pensativa.

-¿Cómo lo sabe usted Lord Hereford?- intervino su futuro cuñado lo bastante molesto y desconfiado como para poder ocultarlo.

-Milord, le aseguro que lo que digo es muy cierto, si desea encontrar a su hermana con vida más vale, me escuche- Advirtió sin dar lugar a réplicas, no las aceptaría, ese era su campo llevaba sirviendo a la corona bastante tiempo como para que un heredero que poco o nada sabía lo que era el mundo real lo cuestionara.

-Esta bien- habló Dominik calmando los ánimos -¿Por dónde sugiere iniciar?

-Primero señores sugiero ir a un lugar que el caballero aquí conoce a la perfección- dijo señalándolo casi acusatoriamente.

Charlotte respiró hondo y dio una pequeña vuelta en la habitación en la que se mantenía prisionera. Al lugar le faltaban varios muebles y por lo que podía apreciar no se usaba hacia bastante tiempo, la capa de polvo que cubría todo lo dejaba bastante claro, más sin embargo era obvio y más que claro que el lugar había sido decorado con clase y buen gusto, los pocos muebles que conservaba se miraban finos con delicadas decoraciones en blanco, dorado y azul que le daban un aire casi veraniego.

Se relamió los labios, sintiendo la boca y garganta seca, producto de haber gritado por horas a una puerta que no le dio respuesta alguna, sus ojos rojos e hinchados por la cantidad de llanto incluso comenzaban a dolerle, sin embargo las lágrimas no parecían cesar, solo imaginar que no vería nuevamente a su hermano, Sophia, su madre, incluso saber que no podía reclamarle como merecía a ese traidor y saber que a pesar de todo deseaba abrazarlo y sentir su calor, simplemente le destrozaba aún más su ya bastante lastimado corazón, todo había sucedido de manera tan repentina como la mayoría de cosas en esos últimos meses que simplemente sentía que no podía más, sentía su fin acercarse aunque deseaba que fuese diferente.

Se sentó recostando su espalda y cabeza en la puerta blanca descolorida, por un momento solo pudo escuchar el silencio y unos pasos ir y venir pero pronto un nuevo par de pasos y las voces de las personas que la mantenían cautiva empezaron a hacerse más claras, como si se acercaran.

-Las cosas no están saliendo como esperaban- escuchó decir a la mujer -Están saliendo mucho mejor.

-Todo gracias al generoso padre de ese bastardo que crece con tu hermana- acordó la voz masculina.

-No me recuerdes a ese niño, ni al viejo arruinas mi buen humor-respondió ella obviamente molesta.

Cerró los ojos sin poder creer la maldad dentro del cuerpo de esa mujer, aveces desearía que su hermana se equivocara con sus extraños sueños, pero en parte era culpa suya por no tomarle la debida importancia, poniendo toda su atención en su boda y prometido que terminó siendo un absurdo teatro donde la única que no estaba enterada o más bien no quizo darse por entendida ella.

Complicando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora