Trató de arreglar su apariencia desaliñada a causa de los tirones que le propinó su futuro cuñado en sus intentos de impactar su puño en su rostro.
-¡Auch!- resintió limpiando su labio herido.
Su hermano soltó una risilla y continuó viéndolo con esa mezcla de incredulidad y burla en su cara que no se apartaba de él desde subió al coche.
-No te rías hermanito- amenazó con la vergüenza y el enojo naciendo dentro de él.
-Es solo que me parece inaudito, ¿visitar a tu amante? ¿No eras tú él que me reprendía por lo mismo? ¿Desde cuándo tu vida se volvió entretenida?- esbozó su Gabriel extasiado, viéndolo con admiración y cierto recelo a la vez.
Suspiró agotado, intentando ocultar su rostro entre sus manos. Su hermano menor tenía razón, se había convertido en lo que tanto odiaba, no era mucho mejor que Gabriel, además la sola idea que Lord Beaufort pudiera encontrar a su prometido infraganti no lo dejaba muy bien, ella era la más inocente en toda la situación, aunque enfundada en ese vestido escarlata, inocencia no es lo que precisamente le inspiraba, solo recordarla hacía que su respiración fuese irregular y su corazón latiera más constante.
-Dominik- lo llamó su hermano carraspeando -Ya llegamos.
Bajó del carruaje sin demasiado ánimo, ingresó al local con la misma actitud y sin pensarlo se dirigió hacia su mesa habitual seguido de cerca por Gabriel, que lo acompañaba por primera vez a ver a su amante.
-Dominik no tienes que verla si no quieres, no lo deseas lo veo en tu cara- increpó su hermano acomodándose de manera despreocupada en la silla.
-No quiero fallarle- se excusó incomodo sabiendo que él tenía razón, quizá era solo idea suya, pero Gabriel no era el mismo de hacía unos meses.
-¿Has pensado qué pasaría se Lady Lowelace decidiera escapar?- comenzó interrogando -¿Te haría eso feliz?
-¡No!- negó precipitadamente llamando la atención de algunos clientes.
-Ahí tienes tu puto hermanito- explicó bajando la mirada -Aveces no reconocemos lo que tenemos frente a nosotros, cegados por algo que queremos creer pero que no siempre es real y cuando nos damos cuenta puede ser muy tarde- su expresión era de tristeza pura, incluso podía jurar que vio sus ojos cristalizarse por un segundo... No recordaba que su hermano de esa forma, quizá James tuviera razón y el amor si era capaz de cambiar a alguien ¿Su libertino hermano menor estaba enamorado?
-¿Qué sucede?- se aventuró a preguntar.
-Domi, mi amor- escuchó la voz empalagosa de su amante irrumpir precipitadamente, estaba tan enfrascado en su conversación que ni siquiera se percató que Amber no había tardado más de lo normal, hasta ese momento.
-Hola Amber- saludo mientras se dejaba llevar hacia el lugar que ambos conocían, pero al que ella siempre se empeñaba en guiar.
-Disculpa la demora estaba arreglando mi apariencia para ti- expresó acomodando uno de sus mechones rubios que caían desordenados, contradiciendo sus palabras por completo.
-Claro...- forzó una sonrisa y se sentó al borde de la cama repasando en la figura femenina que lo acompañaba, y no podía sino compárala con su inocente tormento personal, comprobando que las diferencias eran abismales entre ambas mujeres, desde el color de su cabello y ojos, hasta la sensación que cada una despertaba en él.
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Complicando al amor
Historical FictionCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...