Charlotte ingresó a la mansión de los Browning con los sentimientos a flor de piel, no solo por los recuerdos de la noche anterior arremolinados en su mente y en su cuerpo como una tempestad siendo su estómago el eje central de aquel embrollo, sino por las nefastas noticias que su padre le trajo en su inesperado regreso.
-Sophia- la saludo con un fuerte abrazo sintiendo el gesto reconfortante, dejando a su amiga algo desconcertada –no tienes idea cuanto necesitaba verte y hablar contigo- hablo nuevamente cuando se separaron.
-Por tu semblante debe ser algo serio ¿Te han dado otra nota? ¿Intentaron hacerte daño?- reaccionó la rubia inspeccionando cuidadosamente su rostro y sus brazos en busca de alguna herida.
-No, la casa está rodeada de agentes de Bow street y mi hermano no me deja salir sin Lucie y un agente siempre nos sigue- explicó un poco de las medidas extremas que su hermano había decidido tomar.
-¿Qué sucede entonces?- cuestionó con su acostumbrada curiosidad.
-Primero me gustaría saber qué tipo de relación tienes con Lord Hereford ¿Está interesado en cortejarte formalmente?- no podía comenzar a hablar si antes no le preguntaba, el asunto le había dado un par de vueltas en su aturdida cabeza.
-Temía que tarde o temprano preguntarías sobre eso. Las cosas con el vizconde no van más allá de una amistad, me está haciendo un pequeño... favor- se encogió de hombros como si fuese lo más normal que una dama soltera fuese amiga de un caballero en igual condición y peor aún le hiciera favores.
-Bien- atinó a decir antes de continuar acostumbrada ya a la singularidad de su amiga -Primero lo más importante, mi padre ha regresado y quiere que la boda de realice en un mes, justo antes que la temporada llegue a su fin- anunció recordando el almuerzo pactado con los duques y su futuro esposo, en el cual su padre les haría oficial el asunto y al que estaba obligada a ir.
-¿Un mes? Eso es demasiado rápido, desataran rumores innecesarios- recalcó con el entrecejo fruncido –No es como que a mí me interese, pero en realidad esperaba que pudieran conocerse un poco más.
-Pensaran que estoy en cinta, o sabrá Dios que barbaridades- se lamentó -mi padre llegó muy molesto como para intentar razonar con él, esta mañana todos en la casa estaban alterados y hasta cierto punto asustados.
-Yo también lo estaría Charlie, tu padre inspira temor, sabes que no te mentiría- admitió mientras daba un sorbo a su té, que recién habían traído.
Charlotte asintió y luego procedió a contarle lo sucedido la noche anterior sin omitir detalles, incluso le hablo sobre la extraña sombra y la actitud disimulada y pensativa de su hermano durante el camino a casa.
-Te beso en mi biblioteca- una sonrisa que solo se podría definir como picara apareció en su angelical rostro-Te has convertido en una pecadora inocente Charlotte.
Derrotada removió el líquido dentro de su taza suspirando audiblemente ante los recuerdos y las sensaciones que volvían a hacer acto de presencia con la sola mención de lo ocurrido. Si tan solo todo fuera como cuando era una niña, sin muchas complicaciones.
-Charlotte Lowelace no pongas esa cara- la regaño Sophia -Pareces esa pequeña niña que vivía anhelando su príncipe azul, que está claro no existe- espetó con cierto deje de resentimiento en su voz.
-Me gustaría que todo fuera como cuando éramos pequeñas, todo tan sencillo...
-¿Cómo cuando decías estar enamorada y llevabas esa pulsera para todos lados?- recordó con una sonrisa Sophia, solo tenían ocho años y ella se declaraba abiertamente enamorada.
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Complicando al amor
Ficción históricaCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...