Recorrió nuevamente ese camino que ya parecían haber marcado sus desesperados pasos en su vaivén constante y desesperado que pretendía calmar sus ansias, cada segundo que pasaba esperando noticias de su dulce Charlotte le sabia a tortura y desasosiego, él nunca se había caracterizado por ser especialmente paciente, cosa que jugaba en su contra cuando la mujer que se había robado más que sus pensamientos podría... No, se negaba a pensar en esa posibilidad de perderla, ella era fuerte, se lo había demostrado en reiteradas ocasiones. Una sonrisa se figuró en su rostro al recordar sus peleas absurdas que siempre terminaban con él demasiada cerca deseando probar sus labios.
Dejó su espalda deslizarse desde la pared hundiéndose en esa culpa que lo carcomía hasta sentir el duro y frío suelo recibirlo, si alguien lo viera en ese momento dudaba que identificaran en él un marqués y futuro duque ¿pero de que le valía eso si no la tenía a ella para ser su marquesa y futura duquesa? De nada, absolutamente nada, un título vacío y una vida añorándola.
Cerró sus ojos trayendo a su mente, el momento en que la vio en el suelo con la sangre brotando de su pierna, inconsciente y pálida como un papel, solo de recordar sus ojos escocían por las lágrimas reprimidas. Se tranquilizó sabiendo que Lord Hereford, su hermano y los refuerzos se encargarían de buscar a los culpables de sus desgracias, no entendía cómo habían logrado escapar...
-Lord Granby- escuchó una voz llamarlo y traerlo a la realidad nuevamente, frente a él estaba el doctor y a su lado iba presurosa la doncella de su Charlie seguramente a cumplir algún encargo.
-¿Cómo está ella doctor?- preguntó poniéndose de pie tan rápido como pudo.
-Por los momentos debemos estar atentos, aún nada es seguro la fiebre ha remitido pero sospecho que no por mucho tiempo- la mirada cansada y gesto preocupado que conservaba el doctor le decía más que mil palabras ella no estaba para nada bien.
-¿Se pondrá bien?- se aventuró a preguntar, su voz no era más que un pequeño susurro ahogado en la impresión de sus propias cavilaciones poco alentadoras.
-Le deje instrucciones claras a la doncella y también el ama de llaves, la herida no debe infectarse, esperemos que ella despierte en las próximas horas, y el trauma en su cabeza se desinflame, regresare mañana antes de mediodía para revisar los avances- concluyó, para luego despedirse de manera fugaz y cansada.
Miro a la muchacha que continuaba parada en la puerta de la habitación petrificada con, él no podía ingresar a la habitación de una dama soltera sin exponer su reputación y buen nombre, aunque ese momento lo único que deseaba era verla.
-Entrare solo unos segundos- casi suplicó.
La muchacha asintió sin emitir palabra y se apartó de la puerta indican que podía entrar, sabia que ella estaba sola con el ama de llaves, Lady Beaufort había salido llorando de la habitación y no había regresado, quizá se había dormido en algún punto en medio del llanto o simplemente no era capaz de afrontar la situación.
Entro con paso lento y sintiendo el nudo de su garganta crecer cada ver que se acercaba a esa cama, recordaba la primera vez que había entrado en esa habitación en una noche de tormenta en la que su cuñado casi lo encuentra infraganti.
-Milord, usted no debe...- comenzó a reprender la mujer mayor que ponía paños en la frente de su prometida.
-Solo será un segundo, ella será mi esposa y dado a las circunstancias no creo que su reputación se vea comprometida, nadie está rondando por acá solo estamos usted y cuento con su discreción- puntualizo mordaz viendo el gesto inconforme en el rostro de la mujer.
-No debe estar más del tiempo necesario, iré a traer paños limpios- su gesto era adusto y reprobatorio estaba seguro que tardaría lo menos posible.
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Complicando al amor
Historical FictionCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...