Abrió los ojos con pereza, cayendo inconscientemente en el vaivén de las velas que iluminaban a su alrededor, mientras se mantenía en esa misma cómoda posición sintiéndose incapaz aún de moverse, como si toda la fuerza de su cuerpo se hubiese esfumado.
-Creo que ya es un poco tarde Charlotte- escuchó una voz ronca, que la trajo inmediatamente a la realidad.
-¡Me mataran!- exclamó intentando poner en orden los mechones de su pelo.
-Tranquila, no tendrá ningún problema- le sonrió el marqués que podía adivinar también estaba de acababa de despertar.
-Soy una insensata- comenzó a reprenderse pensando en los posibles problemas aunque en realidad no se arrepentía de nada.
-La más bella de las insensatas- respondió su prometido antes de darle un corto beso -Nadie la lastimara jamás si yo estoy a su lado- declaró con una sonrisa.
Tomó la mano de su prometida y comenzó a caminar en dirección al carruaje, podía notar en su rostro la preocupación, aunque de a poco se fue cambiando por una sonrisa y al final en una carcajada contagiosa, a la que no se pudo resistir.El camino a casa no fue como ella esperaba, ambos estaban en silencio, ella por su parte imaginando cómo sería la vida al lado de ese hombre, y si era honesta no podía imaginar su vida con nadie más, al menos no en ese momento.
-Ya estamos cerca- anunció sacándola de sus cavilaciones.
Sus miradas se unieron por un corto tiempo en el que ninguno la apartó, sus ojos azules como cielo de verano, la hacían sentir hechizada y atraída.
-Gracias- habló rompiendo su burbuja romántica -Por esta noche que no olvidaré nunca- explicó al ver la confusión en su rostro.
-El que está agradecido soy yo- corrigió el depositando un beso en su mano.
El coche se detuvo y Dominik supo que ya habían llegado, la llevaría a su casa, la dejaría en su habitación y se iría, soñaba sencillo pero podía apostar que los duques ya estaban en cada además del entrometido hermano mayor.
Con cuidado de no ser vistos ingresaron a los terrenos de la mansión, desde donde estaban tendría que caminar varias manzanas para llegar hasta la biblioteca por donde tenían presupuestado entrar.
-Dominik- lo detuvo ella jadeante -Vamos muy rápido- apuntó con la mano en su pecho.
No tenían tiempo que perder y por lo que miraba su dama necesitaba un poco de ejercicio quizá podía enseñarle algo de esgrima, pero por ahora lo más viable era cargarla.
-¿Qué hace?- chilló Charlotte cuando sus pies dejaron de tocar el suelo, su prometido estaba definitivamente loco y eso le gustaba.
-Acelerar el proceso a este paso nunca llegaremos estos jardines son interminables- explicó mientras caminaba con urgencia.
Unas voces los hicieron detener en seco y esconderse detrás del mirador en el que recordaba estuvo a punto de besarla el día que les anunciaron su compromiso,que lejanos le parecían esos día...
-Soy un tonto, una burla...- escuchó a alguien vociferar, sin duda ya sabia de quien era esa voz, en reiteradas ocasiones lo había interrumpido y pronto pasaría a ser su familia.
-Nos verá- le dijo Charlotte bajando de sus brazos e intentando ocultarse más.
-No lo hará silencio- susurró lo más bajo que pudo.
-¡No lo soporto!- escuchó gritar al joven noble casi fuera de sí, transmitiendo la tristeza en su voz.
Charlotte sintió su corazón estrujarse al oír a su hermano abatido de esa manera deseaba abrazarlo y decirle que todo estaba bien, que nada sucedería, pero, primero no debía verla y segundo no tenía idea cuál era el mal que lo acongojaba.
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Complicando al amor
Historical FictionCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...