Capitulo 8

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Londres, 1815

Querida hermana.
Recibir tu carta llenó de regocijo mi corazón. Tenerte en Londres seguramente harían mis días más emocionantes, y he de admitir que a esas aventuras en la que prácticamente era obligada a participar, estando en la gran cuidad incluso las extraño.
Últimamente han pasado muchas cosas, empezando por lo que más temía, nuestro padre ha cedido mi mano en matrimonio. Estoy comprometida con el hijo mayor de Lord Rutland, el marqués de Granby. Sé que desearas que explique todo al respecto, pero en realidad no hay mucho que pueda decir apenas conozco al caballero. Por otro lado está mañana padre ha salido sin informar a nadie, madre dice que no sucede nada, pero de ser así no hubiera enfermado de la preocupación, el doctor de la familia dice que con mucho reposo se repondrá pronto.
Como último punto me gustaría confesar que tu revelación me dejo algo inquieta. Tendré mucho cuidado como encarecidamente me pediste y espero que hagas lo mismo.
Perdona la brevedad de la misiva sé que no me he explayado como te gustaría.

Tú hermana, Charlotte Lowelace.

Charlotte dejó la tinta y papel de lado para concentrarse en su arreglo. Lucie aún no terminaba elegir el vestido ideal para su salida al teatro. Ella se sentía verdaderamente nerviosa, el día anterior después de lo sucedido en el parque con el marqués, no cruzaron más palabras que en la breve despedida. Tampoco se apareció en la velada musical de Lady Brown esa noche, cosa que de cierto modo agradecía. Aún no lograba poner sus emociones en orden o siquiera eliminar la extraña sensación en el estomago que no la había dejado comer demasiado, no lo quería cerca pero no hacía pensar si no en él y las miles de sensaciones que despertaban dentro de ella cada vez que recordaba los labios de su prometido sobre los suyos.

-Milady, encontré el vestido adecuado- dijo Lucie con vestido color cerúleo con bordados dorados y blancos listo en sus manos.

Charlotte asintió y se dejó hacer, mientras su doncella con manos expertas se dispuso a arreglar su tocado. La joven doncella le hablaba sobre lo mucho que le gustaría acompañarla y de cuánto esperaba se enamorara de su prometido, pero ella no podía responder más que con sonrisas nerviosas y monosílabos más dichos, los nervios la estaban traicionando de la manera más vil posible.

-Milady, quedó hermosa- halago la doncella con ojos soñadores, una vez hubo terminado.

-Te he dicho que no es necesario tanto formalismo. Además, esto es obra tuya. Yo soy el lienzo y tú la artista- Pudo articular después una vez pudo serenarse lo suficiente como para eliminar el extraño nudo en su garganta.

-Hermanita te ves absolutamente encantadora, estoy considerando permanecer en casa para privar a Lord Granby de tu exquisita compañía- dijo Drake extendiendo el brazo a su hermana, esa noche el sería su carabina debido a que su madre se encontraba indispuesta.

-Drake, los halagos están de más guárdalo para tus conquistas- dijo soltando una risita.

Charlie sintió como su hermano se tensaba antes sus palabras, cosa que le resultó extraño pues él siempre solía reír con sus comentarios o responder con uno aún más intrépido.

Dominik ingresó a su palco seguido de cerca por su prometida y su libertino hermano. Aún se sentía apenado por la manera tan impropia en la que había actuado en el parque. La culpa lo estaba matando por dentro, la había besado aun cuando ella le confirmó sus sospechas, estaba enamorada de alguien más, además su corazón tenía dueña, su hermosa Amber con la cual las cosas aún no estaban muy bien siempre al final de sus encuentros uno u otro terminaba enojado y la noche anterior no fue muy diferente.

-¿Gusta usted del teatro Milady?- preguntó él tratando de romper el silencio en el que se encontraban sumidos los tres.

-No demasiado Milord, si me permite ser honesta- confesó Lady Lowelace sonriendo y saludando discretamente a alguien en el palco frente al suyo.

Complicando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora