Charlotte respiró profundo apartando la mirada del hombre que se despojaba de su ropa sin ningún reparo, lágrimas bañaban sus mejillas y empañaban su miraba imaginando lo que sucedería a continuación, haciendo doler no sólo su cabeza si no también su alma, corazón y dignidad, lo único que tenía a su alcance para intentar defenderse era un vaso con agua, en estos momentos desearía ser como su amiga, seguramente ni siquiera hubiese caído en esa situación, no se hubiera enamorado, ni la hubiesen engañado, mucho menos huido como una insensata por un jardin desconocido. Ella estaba a punto de ser deshonrada por un canalla y era toda su culpa, aún recordaba con claridad la vez que su amiga la advirtió sobre el hombre, la notas, la mujer, el sueño de su hermana, la noche que entraron a su casa, en el teatro... todas esas advertencias que cegada por su juego con Dominik no pudo ver o no quizo, no puso atención a lo importante y ahora lo estaba pagando.
Miro de reojo nuevamente el vaso que estaba a su alcance mientras Lord Essex se acercaba cada vez más a ella, parsimonioso y con sonrisa lobuna como si disfrutará ver la angustia en su cara y sus lágrimas fueran un premio, solo llevaba una camisa blanca, cosa que comenzaba a darle arcadas.
-Encanto, esta noche no la olvidaras por lo que te queda de vida, lo que no es mucho tiempo- río mostrando sus dientes con malicia, mientras su corazón se estrujaba solo de recordar todas esas personas que no veria nunca más, haciéndola retroceder y encogerse como una niña pequeña.
-Todavía puede dejarme ir, prometo no decir nada, por favor- rogó por última vez, sintiéndose tan humillada y sucia, perdiendo de a poco su orgullo.
-Ahora suplica -Se burló con sorna- ¿Recuerda cuando la invitaba a paseos? Siempre estaba indispuesta, fui paciente, pero todo tiene su limite, usted tiene que ser mía, de lo contrario no será de nadie- habló con paciencia como si le comentara sobre el clima o algo banal.
Charlotte guardó silencio por un momento rememorándolo sus invitaciones y las veces que fue obligada a acompañarlo, los regalos, sin embargo no se sentía culpable, no olvidaba que al encontrarla sola un día no dudó en propasarse con ella, el mismo día que vio por primera vez a Dominik... ¿Porque todos sus pensamientos terminaban llevándola a él? Lo odiaba y amaba, sus lágrimas quemaban sus ojos, por el dolor de su tradición, porque sería deshonrada, porque deseaba verlo una vez más...
-Podrá forzarme, robar mi virtud, pero nunca seré suya, jamás- espetó acercándose más hacia el rincón.
-Eso está por verse- rugió antes de cernirse sobre ella, mientras ella forcejeaba y se retorcía con todas sus fuerzas.
Sus manos sostuvieron las suyas con firmeza sobre su cabeza, sus piernas apretaron las propias para inmovilizarla, sentía su corazón latir por el miedo y desesperación, su estómago contraerse por el asco y repulsión. Sus labios comenzaron profanar la piel de su cuello de manera tan violenta que temía comenzar a sangrar, lágrimas y más lágrimas salían descontroladas mezcladas con sollozos que no podía ni quería contener.
-Me da asco- artículo entre sollozos sin poder evitarlo.
La reacción del hombre no se hizo esperar tomando ambas manos con la izquierda mientas que con la derecha intentaba rasgar su escote. Los sollozos que emitía su garganta eran cada vez más profundos y dolorosos.
-Por favor- pidió mientras se retorcía con todas sus fuerzas intentando soltarse.
-No lo intentes preciosa o los hombres que están afuera vendrán a divertirse contigo también- la advertencia era más que clara, su voz solo podía compararse como el gruñido de una bestia hambrienta haciéndola sentir más diminuta.
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Complicando al amor
Historical FictionCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...