ÉL MORIRÁ

623 66 17
                                    


—Tengo que despertar —dije desesperada—, necesito volver.

—No puedo hacerte volver.

—¿Qué? —exclame sorprendida—. ¿Cómo que no puedes hacerme volver?

—Mis fuerzas no son suficientes, si lo intento nos arriesgamos a romper las barreras y él morirá —vi miedo en sus ojos. Lilith la madre de los demonios tenía miedo.

—¿Quién morirá?

—Aún no estás preparada para saberlo, Caterina —me da la espalda evitando mirarme a los ojos.

—¿Quién morirá, Lilith? —exigí tomándola de los hombros y la obligue a que me mirase—, dímelo.

—El bebé morirá —su voz se quebró rompiendo a llorar—, tu hijo morirá si las barreras se rompen.

Mi mundo se derrumbó en unas pocas palabras. Su confesión era tan irreal, me negaba a creerle, era imposible. La única descendencia que tuve fue Sofía y el hijo que tendría con Tristán pero que fue vilmente asesinado por mi causa, para remediar un error que creí haber cometido pero que no fue así. No podría ser cierto.

—Es poco probable —traté aplicar la razón en semejante locura—, no puedo... No es posible —dije con la voz entre cortada.

—Pues lo es. Yo soy la que me interpongo entre Llora y la muerte segura de tu hijo.

—¿Que no lo entiendes? —grité desquiciada—, yo quede estéril hace siglos. Tristán fue el único que pudo dejarme embarazada siendo vampira.

—Los lobos tienen una capacidad sobrenatural para la fertilidad, está en su naturaleza para permanencia de su raza. Hasta en una criatura como tu podría florecer una semilla licantropía.

—Nunca más estuve con un lobo —dije tratando de sonar sensata pero la verdad parecía apunto de un ataque de histeria—, además sabemos que entre vampiros es imposible. Somos muertos vivientes. No podemos dar vida.

En ese momento me vino a la mente los casos de vampiras que quedaban embarazadas por su parejas y al dar a luz nacía muertos, lo mismo ocurría si el padre era humano. En otra circunstancia en la que la madre era humana Las consecuencias eran fatales tanto para el bebé como para ella, las consumía el embarazo a tal grado que morían a los pocos meses, tan hijo como la madre.

—Dime una cosa. ¿Alguna vez estuviste con un primordial?

Me quedé muda ante su pregunta. Los primordiales eran los primeros siete vampiros nacidos de mí, son mi descendencia directa. Los primeros siete de las razas demoniacas son los más fuertes y poderosos.

—Solo uno —sería estúpido de mi parte si le mintieses, ella sabría la verdad de una forma u otra—, pero no podría estar embarazada de él, lo hubiera estado hace siglos.

—Pudiste hacerlo —mi mirada confundida le dio a entender que debía seguir—, cuando Abigor se enteró de tus visitas nocturnas a Sebastián hizo de las suyas y en él vino de tu cena agregaba dos gotas de una poderosa pócima que actuaba como agente esterilizante. En la edad media ese hechizo se volvió famoso por las mujeres de la época que temían quedar embarazadas de demonios.

—Espera un momento —una nueva posibilidad se mostró ante mi horrorizándome—, Sebastián no fue el único con el que estuve hace poco. ¿Existe alguna probabilidad de que mi bebé sea...? —me enredaba con las palabras.

—¿De Abigor? —terminó por mí. Yo solo asentí con la cabeza sin atreverme a hablar—, es posible.

Lleve mi mano a mi boca conteniendo un sollozo. No podía ser cierto, ya era suficiente para un día. Primero mi madre, luego Aarón, después enterarme de que Sofía estaba a salvo y ahora estoy embarazada y no sé de quién. Todo se estaba derrumbando frente a mí, el volver significaba costarle la vida a mi bebé.

LA ORIGINAL °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora