PESADILLAS Y RECUERDOS

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"El bullicio de la gente era perturbador, los gritos clamando justicia, venganza, muerte. Todos en la plaza de la revolución, como la llamaban ahora, deseaban que se corriera sangre pero no la de cualquiera, la de la reina María Antonieta"

Desde antes de su juicio sabía que estaba todo arreglado para que ella fuera acusada a la pena capital, ya su destino estaba escrito y lo que más me dolía era no poder hacer nada, quería quitarme esta maldita capa he ir a ayudarla.

—No lo soporto, acabaré con esta farsa ahora mismo —antes de tan siquiera dar un paso, Julieta me detiene.

—Éste lugar está inundado de ellos, te matarán.

—Que lo intenten —de nuevo mis planes se ven frustrados cuando mi hermana me detiene.

—Sabes que ya tienen un arma con ellos, te mandará al infierno en cuanto esa cosa te atraviese.

—Ya regrese de él la última vez que me hirieron con ella, no me será difícil intentarlo de nuevo.

—Y te la pasaste de maravilla esos años —parlotea con sarcasmo—, deja de tomarte esto como un juego, Caterina. Solo harás más daño que bien, ella incumplió sus juramentos como reina Francia al juntarse contigo.

—Fue por mi culpa. Los reyes de Francia pertenecen a la hermandad Helena. Ella sabía lo que era yo y jamás me entregó.

—Exactamente por eso está ahí.

—Todo es mentira, todas estas personas la ven como la reina vanidosa y egoísta. Todo empeoro cuando llevaron esos falsos testimonios donde incluso la acusaron de mantener relaciones indecorosas con su propio hijo, que quien sabe donde estará, tocaron su punto más débil. Sus hijos.

—A la hermandad Helena no le interesa los delfines, ni mucho menos las reinas, acabarán con la monarquía de Francia de una vez por todas y crearán un nuevo orden que según ellos es correcto. Agradece que rescatáramos a sus hijas del mismo futuro.

—Los mataré a todos y cada uno de ellos.

—Pues iniciaremos por lo más bajo hasta llegar a lo más alto, ya sabemos lo que pueden causar personas con ningún título —dice mirando alrededor.

El alboroto dominó el centro cuando una pequeña carreta con heno traía consigo a la reina o lo que queda de ella. Ya no había vida a la que arrebatar, sus cabellos color oro cortados de manera irregular enmarcaba una demacrada cara, que no le hacía justicia a la de hace meses. Su cuerpo se había vuelto esquelético, casi enfermizo, como si en cualquier momento se fuera a desmayar.

Los gritos e insultos solo subían el volumen, intensificando su intensidad que aturdían los oídos de cualquiera. De manera desganada sube los escalones, pero se tropezó subiendo al cadalso y pisó al verdugo que sería el causante de su muerte, La reina le consumió sus últimas palabras:

—Pido perdón, señor, no fue mi intención.

A pesar de su aspecto ella reside su muerte con toda la dignidad de una delfina, ella, María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Australia y reina consulte de Francia, guillotinada por la acusación pública traicionar su patria, pero con la verdadera razón de su ejecución es tener amistad con la original.

———

Despierto con el sudor en la frente, un escalofrió me recorre al traer esas imágenes al presente, regresan a atormentarme, al igual que la culpa. Todo era una farsa, ese hecho histórico es solo una vil mentira creada por los de la hermandad. María Antonieta era solo la carnada para que yo fuera directo a ellos y valla que casi caigo en su telaraña.

LA ORIGINAL °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora