AYUDA DE ÉL

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— ¡NO PUEDES ESTAR MUERTA! —Grita alterado— Yo te quiero para mí.

—Claro, no puedes desaprovechar tu oportunidad —Su actitud me puso de muy mal humor—  para eso ordenaste asesinar a Ettore después de todo.

— ¿Cómo puedes afirmar aquello con tanta seguridad? —Tiene la osadía de mostrarse ofendido.

—Por amor a Dios —exclame indignada—; tú le dijiste a Ettore que la única condición para el pacto sería que él fuera a la guerra como capitán y eso demostraría su fidelidad para así dejarnos en paz.

—Era un buen guerrero e inteligente estratégicamente, así que lo escogí —explica—. Es pura estrategia, amor. No lo entenderías.

Me cruzo de brazos después de su explicación. Me fastidiaba el hecho de que pensara que sería tan estúpida para creer esa historia.

—Dejaste a mi hija sin padre. Todo porque tú —lo señalo— te obsesionaste conmigo.

— ¿Cómo asegurar que fuí yo? —dice el muy cínico— Estoy seguro qué no tienes pruebas de ello.

— ¡ÉL MURIÓ A MANOS DE UNO DE TUS HOMBRES POR ÓRDENES TUYAS, ESTOY SEGURA DE ESO! —grito malhumorada—. Eras el más interesado en que él muriera para poder quedarte conmigo. Todo apunta hacia ti.

—Eres muy bella, Caterina. Pudo haberlo hecho cualquiera —Ese comentario me molesta aún más. Cree que con cumplidos me olvidare del tema—. Hechizas a cualquier hombre.

—Para mí desgracia uno de esos hombres eres tú —respondo—. Ninguno tiene tu poder, Marcius —Le acuso.

Me cegué con la idea de que él es único culpable de mis desgracias. Ettore me hubiera ayudado a superar a la muerte de Sofía pero él no estaba y ahora soy un demonio chupa sangre, no hubiera tenido la constante insistencia de mi madre para que me case de nuevo para asegurar nuestra alianza.

— ¿Quién te lo dijo? —Ahora su postura era relajada. Lo sabía ahora, sería una tontería seguir fingiendo.

—Para que lo asesines también —Lo desafío—. Porque eso es lo que haces para conseguir lo que quieres, te aprovechas del poder de tu hermano y de tu imagen como héroe de guerra para tener el mundo a tus pies, pero cuando no tienes lo que deseas, cuando tus caprichos no son cumplidos, alguien tiene que morir para compensarlo.

—Si ya sabias la verdad ¿Por qué me dejaste tenerte? —Arquea la ceja interrogante— Soy el hombre que dejo huérfana a tu hija y aun así permitiste que pasara el rato contigo.

—Confieso que necesito tu ayuda. Pero me rehúso a denígrame más ante ti —Empiezo a caminar.

No sé controlar mis poderes aun, no del todo, y no me puedo permitir fallar, se volvería todo una cacería por mi cabeza cuando todos se enteren en lo que me he convertido, y él es el único que podría darme la libertad que necesito para entrar a mi casa sin que nadie se diera cuanta que estoy allí. Pero fue un error haber acudido con Marcius.

Cuando intento alejame él no se da por vendido y me impide ir cogiéndome del brazo.

—Si de verdad me necesitas, te ayudaré en lo que desees.

— ¿De verdad? —pregunto dudosa.

—De verdad —afirma mientras se lleva mi mano a su labio y le deposita un beso.

—Quiero entrar en mi casa, sin que nadie me vea. Quiero ver a mi hija.

En cada visita de Marcuis él se queda en nuestro palacio el cual él mismo mando a construir para nuestra familia como símbolo de nuestra alianza. Según Marcuis nuestro pueblo necesitaba a gobernantes para establecer el orden así que Ettore y yo subimos al poder después de un matrimonio por conveniencia.

Por esta razón le pedí ayuda. Él puede hacer lo que quiera como si fuera el propietario de los lujos que alguna vez le pertenecieron a mi marido.

—Está bien —Acepta a lo que yo frunzo el ceño. Querrá algo a cambio, eso lo sabía de sobra, no era un hombre de dar sin recibir.

—No será gratis, así que habla. Si lo haces es porque espera algo más.

—Que bien me conoc... —sonríe maliciosamente.

—Solo Dilo —Lo interrumpo.

—Tendremos una charla donde hablarás de lo que eres ahora —Tal vez le gustaría unirse a mí, pero una simple charla es un precio muy bajo para un hombre tan codiciosos como él—. Tengo curiosidad, lo que es bastante molesto y tú la vas a saciar.

—¿Eso es lo único que quieres? —Arqueo una ceja.

— ¿Qué tal si en esa charla vuelves a ser mía? —Se acerca a mí y me rodea por la cintura, pegándome más a él. De nuevo vuelvo a sentir el delicioso olor de su sangre—. Te deseo tanto Caterina —dice plantando un beso en la base de mi cuello.

—Está bien. Acepto el trato —susurro. Levanto la cabeza para dejarle más acceso a mi cuello— pero recuerda que estoy muerta y nadie puede sospechar lo contrario.

—Hare lo que esté a mi alcance para complacerte en todo —Me aleje de él.

—Es hora de irnos entonces —Comencé a caminar y de paso recogí la seda para cubrir mi rostro.

— ¿Por qué tanta prisa? —Trata de semejar mi paso por qué voy muy rápido gracias a las ansias que tengo por llegar a ver a mi pequeña.

—Quiero ver a Sofía —contesto sin disminuir el paso.

— ¿No se suponía que nadie te podía ver por qué estás muerta? —Me detengo para verlo a los ojos

—Nadie me vera con tu ayuda —Él no entendió así que le explico mi plan —Estaré en tu habitación hasta que todos estén durmiendo e iré con Sofía. Si alguien aparece lo hipnotizare para que no le diga a nadie. Hubiera podido utilizar mi velocidad para entrar pero me sería complicado pasar desapercibida ahora que hay tantas personas gracias a tu llegada.

— ¿Tienes el poder de hipnotizar? —pregunta sorprendido.

—No estoy para perder el tiempo, Marcius. Te juro que te contare todo en cuanto estemos en mi residencia, ahora vámonos —digo con insistencia.

LA ORIGINAL °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora