Faltaba poco para la media noche, caminaba por los bosques de Madrid, la temperatura seguía siendo bajo cero, siguiéndome el paso estaba Abigor, lo había convencido para ir al monasterio a entre el bosque y así no levantar sospechas en la carretera. La noche extrañamente silencios, por eso me detuve al escuchar movimiento entra los arboles.
—¿Has oído eso? —indago con recelo revisitando el área.
—Cálmate, puedo haber sido un animal —propone restándole importancia.
—Revisare el perímetro, quiero estar segura —trato de no hacer ruido cuando me acerco a unos arbustos que están cerca.
—Deja de ser paranoica, ya deberíamos estar en el monasterio —lo ignoro y continuo mirando hacia la oscuridad hasta que escucho algo, murmuras.
Con paso sigiloso voy hacia el origen del suave susurro de una mujer, no importaba que tan agudo fuera mi oído, no entendía nada de lo que decía, era como si hablara en un idioma que no conocía, en casi un mileno había estudiado cada idioma que existió, pero podía jurar que esta no eran palabras sin sentido, las pronunciaba con alguna intención, quizás solo me llamaba porque estaba no paraba, seguí esa voz como una polilla a la luz.
—¿Aún crees que es un animal? —me sorprendió no obtener respuesta de su parte, mire detrás de mí pero no había nadie, había desaparecido sin dejar rastro—, estupendo, me ha dejado sola.
Me resultaba inquietante lo extrañamente familiar que era esta zona con un sitio que estaba en otro país, la posición de los arboles era tan similar. Aparte una rama baja y un terror me inundo al ver la enorme mansión del siglo XV, descuidada y maltratada por las inclemencias del tiempo. Me giré para volverme pero solo encontré ceniza, todo lo verde que había cruzado estaba destruido y en el medio del caos esta aquella jovencita.
—Bienvenida a nuestra morada del terror.
Sabía que esto era un sueño o algo así, ahora estaba segura de eso, lo comprendí al ver un atardecer detrás del descomunal paisaje. Incrédula ante lo que tenia ante mí, me negaba a aceptar que Anastasia era real. La muchacha había desaparecido hace siglos sin dejar rastro, no podría estar viva, ella no podría ser una aliada de la condesa, pero su aparición es tan confusa. Tengo un vago recuerdo de ella, pero ahora está aquí, con su piel blanca, mejillas coloradas, cabello rojo como el fuego de la chimenea su mirada penetraste color marrón, labios rosados, con su vestido al rojo vivo pareciera como si ella fuera el mismísimo fuego que acabo con todo a su paso.
—No puede ser, tú estás muerta —en mi voz se noto el nerviosismo que trataba de ocultar.
—No lo estoy, nunca lo estuve pero deseé estarlo.
—Creí que ya había parado —mi voz se torno inerte—, supuse que Báthory se había rendido.
—No lo ha hecho, mi señora. Nuestros planes siguen en pie.
—Nuestros —remarco la palabras—, al me decía que tu estarías de su lado, viendo en primera fila mi derrota, lástima que eso no podrá ser.
—Yo no estaría tan segura —sus ojos brillaban como si supiera algo que yo no—, aun que debería atribuirle que me tuvo encueta como una enemiga.
—Sabes que no fue mi culpa lo que sea que te haya ocurrido todos estos siglos.
—¿Hablas de ser la maldita esclava de una sucumbo en el infierno? Ese lugar no es como todos dicen, es mucho peor.
—Las decisiones que tomo Is Dahut no me corresponde a mí, yo no te escogí. Conozco el apetito de esa mujer, no lo merecías —me llegó a dar lastima, era una chica inocente que cayó por error en problemas de demonios.
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LA ORIGINAL °SIN EDITAR°
VampirSiempre te han contado la misma historia de que Dracula es el primer vampiro. Pues ella siempre se encargo de que todo el mundo creyera en eso. Su verdadera historia la marcara todo la eternidad. Una decisión que la condeno a vagar por el mundo com...