7.✡

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Mi papá estaba literal, ofreciéndome en cualquier lugar del centro comercial en el que estábamos como si quisiera prostituirme. Muchas personas solamente se reían de él y de mí, otras le sugerían otros trabajos y otras, solamente decían "lo pensaré". Mi papá estaba entrando en pánico y yo no sabía como calmarlo, pues andaba descontrolado.

-No sé en que puedes trabajar -se rindió -tu hermano me acaba de enviar un mensaje diciendo que él tampoco ha encontrado trabajo -su voz sonó quebradiza, desesperanzada -creo que será mejor que nos vayamos despidiendo de tu madre...

-¡No!- grité -aún podemos conseguir un trabajo. Solo vamos a otro centro comercial o algún parque...

-Isaí, es una tontería. Ya va a ser noche...fue una tontería habernos quedado por tanto tiempo y no salir a buscar más lugares -comenzó a llorar.

Yo ya no sabía que hacer. Quería ayudar a mi papá pero no sabía como. Él amaba a mi mamá y si la perdía, iba a ser un caos total en su vida. No podía dejar que eso pasara...no mientras era joven, quizá no en forma, pero tenía salud. Así que fui con el policía del centro comercial que andaba comiendo una hamburguesa mientras "vigilaba" a las personas.

-Disculpa -lo llamé y me miró con gafas oscuras puestas -Quisiera saber si usted no sabe dónde puedo encontrar algún trabajo. Lo necesito y...

-Espera -tragó su pedazo de hamburguesa. Casi se ahoga, pero logró componerse sin mi ayuda -¿qué edad tienes?

-19.

-¿Y estás en esa forma? -dijo burlón.

-Pues no es como que usted esté bien papito -me defendí y en lugar de que se enojara, se comenzó a reír.

-Pues actitud tienes y creo que es lo que cuenta -dijo sonriendo, mostrando sus dientes manchados de catsup -Mira hijo, yo ya soy un hombre grande, guapo y cansado...vigilar los centros comerciales es divertido los primeros 5 años...después, se vuelve tedioso y aburrido -comenzó a recordar con nostalgia. 

-¿Y qué más? -lo apresuré al ver que se quedó mirando a la nada.

-¿Te gustaría tomar mi lugar? -preguntó arqueando una ceja -pero antes que respondas, tengo que decirte que tendrás que esforzarte en cambiar ese aspecto físico. Necesitamos chicos jóvenes, con buena condición física.

Volteé a ver a mi papá, que seguía preguntando en otras tiendas algún trabajo disponible. Se me partió el corazón, así que acepté el trabajo de policía.

-¿Qué tengo que hacer? -pregunté un poco temeroso.

-Primero, no actuar como niñita insegura -dijo con voz de pecho -segundo, mañana comenzamos los entrenamientos. Ahora sí verás que es amar a Dios en tierra de indios -dijo burlonamente.

Dios...me acordé de Sarahí y sentí esa tristeza de ya no tenerla a mi lado. Sí, solamente la conocí por  unos cuantos días pero nuestro lazo se fortaleció con nuestros mil mensajes que nos mandábamos todas las noches. 

-Hijo -me despertó de mis recuerdos el señor -¿Aceptas? 

-¿Tú me entrenarás? -dije vacilante. Su barriga no me traía confianza.

-Te sorprenderás cuando me veas -levantó sus lentes sobre su frente, me guiñó un ojo y volvió a ponerse los lentes tapándose los ojos -mañana comenzamos. Llévate ropa deportiva, agua y una bolsa para vomitar.

Se río y yo casi lo pateo de no ser porque mi papá me abrazó por la espalda.

-¡Te conseguí trabajo! -dijo totalmente contento -es de maquillista. Quizá te van a correr el primer día pero...

-Papá -lo llamé.

-Siempre es bueno probar, ¿no? Tampoco es como que te van a contratar y...

-¡Papá! -grité -No trabajaré de maquillista. Ni maquillar sé.

-Y tampoco eres gay. Ese era otro requisito -se rascó la barbilla -bueno, sigamos buscando...

-Ya conseguí trabajo -anuncié y vi como sus ojos brillaron y su cuerpo se paralizó.

-¿Qué? -preguntó atónito.

-Conseguí trabajo...seré policía -sonreí y mi papá sonrió con mayor intensidad.

-¡¡Mi pequeño!! -me abrazó con mucha fuerza y se quedó ahí como por un año entero -no puedo creerlo. ¿Cuándo empiezas?

-No sé. El policía -señalé al viejo policía que miraba descaradamente a unas muchachas con falda -me dará su puesto. Pero para ello, tendré que entrenar y ganar condición física.

-¡Mañana mismo te meto a un gimnasio! 

-No hace falta -sonreí -ese viejo, aunque no lo creas, me entrenará. 

-Tienes razón, no lo creí. Te meteré a un gimnasio...

-No papá, ya tenemos muchos gastos. No pierdo nada con intentar entrenar con él -sonreí para calmarlo -¿sí?

-Está bien -puso los ojos en blanco y después me sonrió.

Me puse de acuerdo con el policía para vernos en un parque que estaba cerca de mi casa a las 7 de la mañana. Realmente no creía que estuviera del todo pesado, pues ese gordo parecía no saber nada del  entrenamiento físico.

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-¿Ya dejaste de vomitar? -preguntó el entrenador.

Vaya sorpresa. En cuanto lo vi con ropa deportiva, casi huía de ahí. Tenía cuerpo de fisiculturista retirado y sí, tenía panza, pero con cuadros. Sus brazos estaban tan venosos al  igual que sus poderosas piernas. Realmente, no me esperaba que estuviera como Goku de Dragon Ball Z. 

-Ya -saqué mi cabeza del arbusto y tomé un poco de agua- Por Dios, nunca me imaginé que...

-¿En mi vida pasada fuera luchador, fisicultirsta y entrenador de Crossfit? -dijo burlándose de mí. Realmente no parecía eso -vaya, extrañaba salir a entrenar a personas debiluchas como tú.

-No soy debiluc...-otra arcada.

-Vamos, aún queda mucho por hacer.

Ya llevábamos mil vueltas a todo el parque, unos cuantos ejercicios para abdomen, pecho y pierna. Me sentí inmovilizado pero no podía parar y menos con el mensaje de Sarahí de esa mañana dándome ánimos. Así que seguí con la rutina eterna del policía/entrenador y comencé a saltar la cuerda. Una vez más, las arcadas llegaron a mi pero pude controlar mi cuerpo y seguir. Llorando, pero seguir.

-A ver si en un mes no estás bien papi como yo -dijo sonriendo -vas a ver que cualquier chica, se derretirá por ti.

Automáticamente, llegó a mi cabeza Sarahí...pero también me acordé de la prima de Kian y me emocioné más...¿sexualmente? No sabía que sentía por ella, así que mejor me puse a pensar en Sarahí, quien me motivaba a seguir adelante. Quería que cuando me viera, se sorprendiera del nuevo Isaí y no del antiguo Isaí gordo, que todo mundo se la pasaba criticando. Quería ser lo mejor para ella.

Mientras seguía con mis ejercicios de fuerza, el policía me estaba diciendo lo que debía de comer. Me hizo una dieta especialmente para mí en donde no me quitó el pan, pues sin eso moriría. Me puso muchas verduras, frutas, proteínas, carbohidratos y más cosas de las que me costaría acostumbrarme, pero lo haría. Nunca había visto a mi papá tan orgulloso de mí y a mis hermanos, echándome porras. Tenía que seguir adelante y lograr tener esa vida tan saludable que necesitaba. 

Yo sabía que lo lograría.

De virgen A eróticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora