Cap. 14✡

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No soportaba el frío que hacía. Las temperaturas habían bajado y estábamos a 4 grados. Estaba congelándome y lo único que tenía para taparme era una manta que apestaba y estaba más delgada que mi hermosa Sarahí.

 ¿Hace cuánto no lavábamos la ropa? Mi hermano estaba empeorando, mi papá seguía explotándose todos los días para poder ganar más dinero, al igual que mi hermano y mi familia. Con la donación de Melody fue suficiente para que mi papá no trabajara por un mes, pero como todo, se acabó el dinero y volvió a trabajar. Yo por mientras, no sabía qué más hacer para ayudarlos. No ganaba mucho como guardia del centro comercial, pero no quería ser totalmente inútil y renunciar. 

Cada día me estresaba más y más porque mi papá me aseguró que mi hermano estaba empeorando día tras día y eso lo obligaba a trabajar de todo lo que se pudiera. Nadie queríamos que mi hermano tuviera el mismo final que mi mamá...mi mamá...todavía no podía creer que estaba muerta. Mi pecho me dolió y una rabia creció en mí. No podía ser igual de inútil como lo fui con ella.

Tenía que ir a la casa de Melody para preguntarle acerca de su propuesta.  No podía seguir pensando en que los medicamentos para mi hermano eran demasiado costosos y que papá estaba siendo utilizado de esclavo para sacarnos adelante. Tenía que hacer algo para resolvernos la vida y dejar de preocuparnos por el trabajo.  Según Melody un vídeo con ella en su industria...porno...me daría más dinero humanamente posible de ganar. Mi desesperación fue tan grande que mentalmente me preparé para aceptar su propuesta.

 Me levanté del suelo y todo se tambaleó bajo mis pies. ¿Cuánta droga había en mi cuerpo? No sabía, pero me sentía fatal, demasiado mal para ser real. Pero como pude, encaminé a la mansión de Melody.

...

-¡Osito! -Melody estaba cubierta por mil suéteres de pieles, esperaba que fueran falsas, y aun de noche, tenía maquillaje -¿estás bien, corazón? te ves fatal.

-N-no -tartamudeé por el frío -¿No ti-tienes una manta q-que me prestes?

Me froté las palmas pero nada me hacía entrar en calor. Melody me invitó a pasar y aunque sentía que estaba traicionando a Sara, entré. El calor de la chimenea me abrazó y Melody me puso una cobija gruesa en la espalda. Su hogar estaba completamente lleno de artilugios costosos y que decoraban perfectamente la casa. Todo ahí apestaba a dinero, joyas y oro.

-¿Por qué decidiste venir aquí, tan de madrugada? -preguntó con un tono de voz como de victoria.

No me había dado cuenta que eran las dos de la madrugada. Malditas pesadillas que me perseguían.

-Pues porque no se nos ocurrió nunca comprar alguna manta... -le dije y ella sonrió. Nadie podía hacerla tonta -y porque quería hablar contigo.

-Tengo una manta y todo lo que me pidas, osito.

Me revolví incómodo en mi lugar. No me gustaba cuando usaba esa voz tan cargada de tentación.

-No puedo aceptar eso...

-Nadie te está forzando. Digo, tú también podrías tener esta mansión sin la necesidad de que todos en tu familia se maten día tras día...pero es tu decisión, osito -me dijo y se volteó, haciendo que su mini falda se levante, enseñando la tanga de encaje que traía. Tentación.

Como siempre le dio en el blanco. Ella sabe cómo tentarme para aceptar. 

-Es que...me da mucha pena estar desnudo frente a las cámaras -me sonrojé como antes solía hacerlo.

Melody paró de golpe, volteó y me sonrió con compasión. Se acercó a mí, hasta que nuestras bocas estaban a escasos centímetros y me susurró:

De virgen A eróticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora