EMPUJE

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En la grabación del Inkigayo, JiYong aparece entre el vitoreo del público. Han pasado dos largos años y JiYong ha extrañado el escenario más de lo que habría creído.

SeungRi también lo ha extrañado. JiYong puede verlo con la mirada febril en sus ojos, la amplitud de su sonrisa cuando empieza a cantar y la forma en que busca y toca las manos extendidas de las fans antes de que su manager le diga sutilmente que no se supone que las provoque así. JiYong pone su acostumbrada cara de póquer pero, por dentro, se siente mareado.

Sin embargo, cuando comienzan a cantar, SeungRi mira a JiYong a los ojos y él hace lo mismo. Olvida a la multitud y sus gritos y lo perfecta que tiene que ser esa presentación, porque cantar en frente de SeungRi es el stage que más había extrañado.

Luego de que acaban en una sola toma —cosa que jamás había pasado porque JiYong es un perfeccionista y siempre hay algo que puede salir mejor—, SeungRi parpadea en su dirección rápidamente de la forma en que suele hacerlo cuando está nervioso y le ofrece una tentativa de una sonrisa. 

—La audiencia lloró.

—Es por eso que no podemos re grabar —dice JiYong—. Ya es perfecta.

—Me comí una nota cerca del final.

—No lo noté —dice JiYong, que ha estado atrapado en una especie de hechizo—. ¿Quieres ir a almorzar? —Ni siquiera piensa en lo que pregunta mientras lo hace pero, luego de decirlo, se siente estúpido.

Por supuesto que SeungRi no quiere ir a almorzar. JiYong le ha mostrado el peor y más terrorífico lado de sí mismo y, si el menor sabe lo que es bueno para él, no querrá pasar más tiempo del que está obligado con JiYong.

—Tú también has cambiado —observa SeungRi tras una pausa demasiado larga como para ser normal—.  Antes solías ser como un toro en una tienda de porcelana con respecto a los sentimientos de los demás.

—Pero entonces rompí mis platos favoritos, los que eran más raros y costosos y que yo más había cuidado durante años, y experimenté la peor pérdida de mi vida —murmura JiYong y SeungRi se lame los labios.

—Tengo tiempo para almorzar —responde el maknae—, si realmente quieres.

Y JiYong quiere.

Los dos se sientan uno en frente del otro en una tienda de waffles usando sombreros y lentes oscuros para disfrazarse. JiYong opina que SeungRi no necesita mucho un sombrero… no es como si tuviera el cabello púrpura, pero, con lo observadoras que son sus fans, no le mezquina el gorro extra que siempre lleva en el auto en caso de emergencia.

Caminaron hacia allí desde el estudio. La humedad de agosto volvió el viaje un poco incómodo, pero no tanto como lo fue el espacio entre ambos. Antes, SeungRi habría caminado lo suficientemente cerca del mayor como para empujarlo y éste lo habría aferrado por el codo o habría rodeado sus hombros con el brazo pretendiendo que el más chico no era demasiado alto como para que eso fuera incómodo.

No hablan hasta que ordenan y JiYong, sin pensar, pide el favorito de SeungRi y no se da cuenta hasta que lo nota sorprendido frente a él.

— Todavía te gusta, ¿no? —Pregunta y recibe un asentimiento con la cabeza como respuesta mientras el otro mordisquea su labio inferior. JiYong se cruza de brazos rozando su propia cadera, esperando pacientemente por su orden.

—Siempre me sorprende que recuerdes esas cosas —dice SeungRi—. La amistad nunca estuvo en la cima de tus prioridades.

—Recuerdo todo de ti—responde JiYong—. Te extrañé.

SeungHyun no responde, pero hay alivio en sus hombros.

SeungRi se zambulle en su waffle. Nunca fue capaz de rechazar un postre y JiYong se pregunta si eso cuenta en realidad como un almuerzo. No está seguro de sobre qué hablar y el silencio no es cómodo.

El menor alza la mirada hacia él y sus ojos se ven excesivamente brillosos, recordándole a JiYong cómo aquello había sido un lujo que casi superaba su presupuesto años atrás. Ahora vive solo en una casa gigante en las afueras de Seúl, conduce un auto que cuesta más de lo que una persona gana en tres años y lo cambiaría todo por volver a esos tiempos.

La ambición de JiYong siempre ha sido distinta a la de otras personas.

SeungRi tiene un poco de crema batida en su labio superior. JiYong fija su mirada allí y sus manos tiemblan en la necesidad de limpiarla.

— ¿Qué? —Pregunta SeungRi y el mayor cede ante su impulso, inclinándose hacia adelante para deslizar su pulgar a través de la boca ajena.

Y quiere mantenerlo allí. Quiere tomar por la parte de adelante de la camiseta impropia y arrastrar a su maknae hacia él por encima de la mesa para averiguar si sus labios saben como la crema.

SeungRi lame sus labios limpiando el resto de la crema y JiYong se pregunta si mirarlo será alguna vez más fácil.

—Gracias —dice SeungRi usando un lenguaje informal y JiYong quiere corregirlo, pero eso es algo que siempre le ha gustado del menor porque nunca significó que no lo respetara.

JiYong extraña tanto el ser importante para SeungRi que le duele sentarse frente a él y no significar nada.

Traga antes de ponerse de pie.

—Acabo de recordar que tengo algo que hacer —su voz tiembla y su cuerpo alterna entre frío y calor—. Perdón por tener que marcharme tan abruptamente.

Prácticamente corre fuera del local y no se permite pensar en eso hasta que está sentado en el auto, conduciendo hacia su casa.

—Soy tan estúpido —se dice a sí mismo. La radio está apagada, por lo que las palabras hacen eco en el silencio del auto.—. Tan estúpido.

GaHo lo saluda en la puerta y JiYong sonríe un poco mientras se quita los zapatos y camina de mala gana hasta la cocina, donde guarda sus dulces.

Su móvil suena, notificándole la llegada de un mensaje.

"Yo también te extrañé" dice éste y JiYong quiere tomar y tomar y tomar todo lo que SeungRi tiene hasta que le pertenezca por completo.

Ignora el mensaje. No sabe qué decir que no sea terroríficamente transparente.

Push&Pull [Traducción] NyongToryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora