TIRE

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Kiko está sentada en la cama rodeada de ropa cuando él regresa a casa.

—Esto es creepy —comenta ella señalando el acolchado—, pero muy tú.

—No sabía que ibas a estar aquí —dice JiYong—. Habría regresado antes —El nudo de su corbata está deshecho.

— ¿Por qué querría eso? —Pregunta Kiko— Estoy intentado empacar ropa. No quiero discutir contigo sobre si alguna de estas cosas es tuya ya que, después de todo, usamos las mismas mierdas.

—Yo uso talles más grandes —contraria JiYong—. Y tu gusto en ropa es horrible.

—No lo es. Te gusta mi moda. Tienes debilidad por los abrigos japoneses —Sus uñas rojas lucen brillantes en contraste al guardarropas blanco y beige.

—Quizá un poco —admite JiYong y ella le sonríe con suficiencia—. ¿Cuánto te estás llevando?

—No todo —responde—. Sólo lo suficiente para un mes más, más o menos.

—Está bien —dice el chico—. ¿Has hablado con tu agencia?

—Sí. Pero les avisé que no dijeran nada todavía porque, seguro, aún no has hablado con la tuya.

—Lo haré el lunes —jura JiYong desabotonándose su camisa de vestir mientras habla. La deja caer en el piso dado que, de todos modos, debe lavarla.

Kiko lo mira por el rabillo del ojos mientras dobla lentamente la ropa para luego guardarla en una maleta pequeña. Si hay paparazzis afuera, creerán que va a un viaje de negocios, no que se está mudando.

— ¿Estás bien?

—Lo estaré —responde JiYong en tanto piensa en la risa despreocupada de SeungRi mientras hace girar a ChaeRin por la pista de baile, luciendo elegante y jodidamente feliz—. Siempre he tenido... una personalidad obsesiva.

Kiko suspira y se pone de pie. Camina hasta donde el mayor se encuentra y le aparta el lindo cabello de los ojos.

—Creí que sería capaz de olvidar contigo, Kwon JiYong. Creí que tú serías capaz de olvidar conmigo.

— ¿Pero...?

—Somos demasiado parecidos —dice ella y JiYong no se mueve; sólo permite que ella continúe pasando sus dedos a través de su cabello. Esas uñas rojas son familiares y se sienten reconfortantes en su cuero cabelludo. 

—No chocamos —dice JiYong poniéndose a la defensiva y Kiko ríe bajo en su garganta.

—No —confirma—, pero ninguno de los dos es del tipo de persona que olvida —Ladea su cabeza hacia el costado, hacia donde cae su cabello grueso y sedoso. —. Tal vez no tendríamos que haberlo intentado.

—Quizá no —concuerda el mayor lamiendo sus labios. Cierra los ojos y ahí está SeungRi, SeungRi, SeungRi y su corazón comienza a latir más deprisa.

La mano de Kiko cae de su cabello y abre los ojos. Sus manos están alrededor de su propio cuello, desabrochando su collar.

—Tenlo tú por ahora —dice y toma la mano ajena, abriéndola para dejar caer el candado sobre la palma del chico.

— ¿Por qué me estás dando esto?

—Le pedí todos los días que mi amor pudiera volverse llevadero —cuenta Kiko—. Es gracioso, porque, lo que lo hizo llevadero, fue recuperarlo.

JiYong aprieta su mano alrededor del candado.

—Tú deberías conservarlo —dice, porque ese collar forma parte de Kiko tanto como sus labios o sus cejas.

—Yo ya no lo necesito. Quizá te traiga suerte —Ella camina alejándose de él, volviendo a la cama y guarda las dos últimas remeras antes de cerrar el cierre. GaHo lame su pierna con tristeza. —. Adiós, chico —le dice y el perro suelta un leve quejido.

—Gracias —dice JiYong—. Te extrañaré.

—No tanto como lo que extrañaste a SeungRi —Kiko le planta un beso en la mejilla, dejando un poco de labial en su piel. —. Adiós, JiYong.

—Adiós —responde y Kiko se va por la puerta del frente de la casa y de la vida de JiYong. Y JiYong tiene un candado y miles de recuerdos que aún no ha sido capaz de olvidar.

Push&Pull [Traducción] NyongToryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora