Capítulo 12

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— ¡Hey! Bonito ¿Te sientes mal? — Kuroo cerró la puerta detrás de él, se acercó a la cama con pasos silenciosos y se dejó caer junto a él, el colchón se hundió suavemente debido a su peso y sintió una mano tocar su hombro — Hoy no fuiste para recibirme.

— No soy tu mascota, no tengo la obligación de ir corriendo cada vez que vuelves.

— Parece que alguien está un poco malhumorado el día de hoy — canturreó Kuroo al tiempo que deslizaba las yemas de los dedos índice y corazón por la longitud del cuello del rubio, quien se agitó suavemente ante el repentino asalto — ¿Podría ser que me extrañaras tanto que estas a punto de llorar de alegría por mi retorno y te avergüenza que te vea?

Sus dedos fueron reemplazados por unos cálidos y esponjosos labios, y Tsukishima ahogó un suspiro de sorpresa apretando los labios— Estas casi todo el tiempo fuera, estoy acostumbrado a tu ausencia...no te extraño, es genial tener una mansión para mí solo.

— mmm...Creo que estoy detectando un poquito de reproche en esas palabras — su aliento chocó contra su cuello, caliente, estremeció su piel, lo hizo temblar y suspirar involuntariamente, sus manos no dejaron de moverse y mientras se acomodaba detrás de él, su mano se trasladó hasta su vientre, y trazó círculos en él al tiempo que movía la lengua por su cuello, besaba y succionaba alternadamente — Los sirvientes dijeron que has estado un poco decaído últimamente ¿Hay algo que te esté molestando?

Gimió. Las puntas de los dedos de Kuroo buscaron sus pezones, endureciéndose sus pequeños botones hasta que pulsaron entre sus dedos — Estoy normal...— cubrió su boca con el dorso de su mano, su cadera se empujó suavemente hacia atrás cuando uno de sus pezones fue halado sin consideración. Su cuerpo, tan receptivo como era a sus caricias, se retorcía suavemente contra el cuerpo a su espalda — No...no pasa nada...

— Vamos, Kei...dime lo que pasa.

Besos, caricias superficiales, palabras ardientes que eran susurradas sobre su oído, calentaban su piel y lo invitaban a temblar. Que frustrante, habían pasado dos semanas y su cuerpo estaba loco por sentirlo y lo sabía, Kuroo lo sabía y estaba torturándolo con caricias que hacían su cuerpo arder — Es...— apretó los labios, no quería perder, sin embargo el anhelo por él estaba derribando la última delgada barrera que lo protegía, su cuerpo se rendía y buscaba sus caricias con hambre — Sales con mucha frecuencia...no...no me gusta...yo te...— no, ya había dicho demasiado, seguir solo lo haría ver patético.

Lo giró, un movimiento tan repentino que le provocó un jadeo de sorpresa, y entonces estuvieron frente a frente; Kuroo sonreía, esperando que terminara una frase que ya debería saber que su orgullo no le permitiría concluir — Por favor, Kei...déjame escucharlo.

Que injusto, si lo miraba de esa forma bajo esas increíblemente tupidas pestañas negras, le era difícil negarse ¿Cómo alguien como Kuroo podía verse tan tierno mientras suplicaba? Sus grandes ojos avellana eran cálidos y dulces, colmaban su corazón de un sentimiento que disolvió su vergüenza y molestia instantáneamente, no quería ceder, pero él no se lo estaba haciendo fácil o más bien, ya lo había vencido — Te extraño, sé que no puedo retenerte aquí...tienes importantes asuntos que resolver, pero quisiera que pasaras un poco más conmigo.

CHOICES [Omegaverse] [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora