Capítulo 34

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>3< Actualización >3<

Creo que ya he dicho esto muchas veces antes, pero lamento la tardanza. Sigo sin Laptop y parece que no tendré una en un tiempo T-T así que de antemano me disculpo por mis muy posibles tardanzas futuras.

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Tenía cinco años cuando lo vio por primera vez; él tenía las manos y parte del rostro cubiertos de lodo, raspones en las rodillas, los codos, y una triunfante e infantil sonrisa en el rostro acompañada de los ojos avellana más intimidantes que jamás pensó ver en un niño. Asustaba mucho y estaba seguro de que no era la única persona que pensaba de esa forma, los otros niños también lo hacían, incluso los mayores parecían guardar su distancia de él.

Esa imagen se grabó en su memoria y a pesar de que se había prometido a si mismo que no se involucraría con alguien tan problemático como ese niño, sus ojos lo seguían todo el tiempo. Así fue como descubrió que no era tan malo como parecía...así fue como descubrió que era amable y muy problemático. Aunque eso último era más que notorio para cualquiera.

No quería involucrase con él.

Pero una tarde de otoño, cuando el frío susurro del viento jugaba con las hojas dejándolas caer al suelo formando un bonito manto amarillo y naranja, lo impensable ocurrió

— ¡Hey! ¿Cómo te llamas?

— Kozume...Kozume Kenma.

— Soy Kuroo — él se presentó, una radiante sonrisa se formó en sus labios, había perdido uno de sus dientes de leche recientemente. Por supuesto sabía quién era, todos en el orfanato lo sabían — ¿Por qué siempre estás solo? Ven a jugar con nosotros...

El moreno le tendió la mano, una curita envolvía su dedo índice y otra el pulgar; no era extraño, él siempre estaba metiéndose en problemas...lo extraño era que hubiera notado su existencia, nadie nunca lo hacía. Fue un poco feliz en ese momento, pero aun así — No...no quiero.

Su primer pensamiento no había cambiado, no iba a involucrarse con un niño como él. Estaba mejor solo...no tenía sentido pasar tiempo con alguien que terminaría olvidándolo en el futuro.

Pero, para su sorpresa, Kuroo no lo hizo, volvió cada día y cada día rechazaba sus invitaciones. Sin embargo eso no lo detuvo, nada podía hacerlo...nunca. Eso era lo que lo diferenciaba de los demás, era alguien diferente, especial y como tal, las personas como Kenma solo podían admirarlo en silencio y en las sombras. Ese pensamiento se grabó en su memoria, repitiéndose una y otra vez como su mantra personal. Hasta que una cruda noche de invierno, cuando el intenso e inclemente frío calaba hasta los huesos, y congelaba la respiración al exhalar aire, su perspectiva cambió...él cambió.

Temblaba, como todos los niños en la fría habitación, sus pulmones dolían y no podía a mover el cuerpo. No había camas, solo un frío suelo de concreto para dormir y viejas y roídas cobijas para cubrir sus cada vez más helados cuerpos. Insoportable, el crudo invierno ya había cobrado vidas antes y no dudaba que volviera a ocurrir en esta ocasión...y tal vez sería su turno. No podía sentir los dedos de sus pies y comenzaba a ser incapaz de mover el cuerpo. Dejaba de sentir.

Era su turno ¿Verdad?

O eso creyó, hasta que un cuerpo más grande que el suyo lo envolvió y de pronto un poco de calor devolvió la movilidad a sus articulaciones y consiguió mover la cabeza para ver a el chico que lo sujetaba entre sus brazos.

CHOICES [Omegaverse] [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora