Capítulo 24

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Lamento haber tardado tanto, gracias por esperar

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Kuroo se despertó con los primeros rayos de sol que se filtraban por la ventana acariciando su rostro, su calidez fue una inusual sensación en su piel. Algo que francamente había olvidado hace mucho tiempo ¿Cuantas horas habían pasado? Normalmente no dormía demasiado y se despertaba antes de que el sol saliese para trabajar. Pero esta vez fue diferente. Se sumió en un sueño profundo y carente de todo, fue agradable, relajante, no recordaba la última vez que había dormido tan bien.

Sin embargo tenía el brazo derecho entumecido, estaba seguro de que la bala había impactado en el contrario, trató de moverse, pero parecía haber un peso extra sobre él...uno cálido y que emanaba un aroma capaz de estremecer su cuerpo. Confundido, separó los párpados y observó la cabellera rubia que dormía plácidamente junto a él. Ahora lo entendía, él tenía la cabeza sobre su brazo dormido y el brazo sobre su pecho, apretaba su camisa con la mano. Lo había tomado como almohada, incluso tenía una de sus piernas rodeándole. Le tomó un par de segundos a su adormecida mente procesar lo que estaba ocurriendo, salir del letargo en el que su esencia lo había sumido ¿Por qué Kei estaba durmiendo con él? No sabía que estaba pasando, pero verlo ahí, recostado, le hacía sentir como si todo siguiera como antes, que todo estaba bien.

Sentía el tacto tibio de su cuerpo, escuchaba el sonido de su respiración, percibía su aroma e irremediablemente pensaba que era agradable tenerlo ahí. No había experimentado lo que era la calma hasta Kei. Era tan hermoso como siempre, quizá mucho más; el embarazo le daba una luz especial...como si fuera una especie de ángel. Se quedó observando su dulce rostro durmiente, como esos apetitosos labios rosa se separaban ligeramente, haciéndole rememorar todos los besos que habían compartido, su dulce sabor y el suave sonido que de ella emanaba al hablar.

Resbaló su mirada por su cuello, deleitándose con la visión de su aterciopelada piel y se percató de que llevaba puesta una de sus camisas la cual, al haber cedido los tres primeros botones, dejaba al descubierto su hombro y parte de su blanco pecho. Fue un deleite. Fue tentación. Con calma, se permitió acercar su rostro a esa deliciosa zona e inhalo profundamente, embriagándose con ese dulce y tentador aroma. Kei suspiró como ya sabía que lo haría y agitó el cuerpo contra el suyo al tiempo que buscaba acercarse más. Estaba seguro de que jamás encontraría un aroma como el suyo, era único, así como lo era su dueño.

Su mano acarició su vientre por debajo de su ropa, no le importó el dolor que sus movimientos provocaban, este era ínfimo comparado con el ansia que estaba experimentando. Sonrió. Su hijo lo estaba saludando con un golpecito. Fue maravilloso sentir que estaba ahí. Un suspiro escapó de los labios del rubio y se acurrucó más contra él, la fricción encendió su piel y, aunque, Kei aún estaba dormido lo suaves movimientos de su cuerpo hicieron reaccionar a su parte baja.

Podría perder la cabeza en cualquier momento, todo eso era una tortura; tenerlo tan cerca, sentir el calor de su cuerpo contra el suyo, percibir el aroma de su piel, desearlo como lo hacía y saber que todo lo que los separaba de él era la fina tela de sus ropas; era una jodida tortura.

La más efectiva y cruel tortura ¿Lo estaba haciendo a propósito? ¿Trataba de tomar ventaja del amor que le había profesado horas atrás? O ¿Era un acto inconsciente? Decidió que no importaba el motivo. Kei estaba entre sus brazos, era suyo de nuevo. Se infligiría por unos minutos esa dulce tortura. Solo un segundo más. Cerró los ojos y disfrutó solo un momento más del calor que tanto le había hecho falta.

CHOICES [Omegaverse] [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora