Capítulo 26

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Observar el jardín desde la terraza era uno de los pocos placeres de los que Tsukishima disfrutaba en la mansión, había algo relajante en esa actividad algo que alejaba todo pensamiento de su mente y que lo invitaba a solo sentir.

Ese día, el cielo era de un azul intenso y soplaba una fresca brisa vivificante que esparcía el aroma del gran jardín, inundando sus sentidos. Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire, hacía mucho tiempo que no respiraba tanta calma; era extraño que se sintiera así sabiendo que Kuroo se encontraba en algún sitio de la mansión y que en cualquier momento podrían encontrarse. Muchas cosas se habían vuelto un poco extrañas desde el día en el que volvió de la ciudad, sin embargo nada había cambiado demasiado. Seguía siendo un prisionero.

— Tsukki ¿Quieres un poco de té? También pedí que hicieran un poco de chocolate caliente — Yamaguchi cruzó la puerta de cristal con una charola de plata entre las manos; la fina vajilla entonaba una tintineante canción a cada movimiento suyo — Hoy es más cálido de lo normal, pero la brisa es más fría aquí arriba, debes tener frio.

— ¿Dónde está mi hermano? — preguntó mientras le observaba servir el té frente a sus ojos, tenía un bonito color; escuchó de una de las mucamas que las hojas que consumía eran especiales...aunque no podía tomar tanto como quisiera.

— La última vez que lo vi estaba en la cocina y me pidió que te trajera algo tibio y que te dijera que tiene una sorpresa para la cena.

Tsukishima tomó la taza de e inhaló con complacencia el suave y penetrante aroma desplegado por su contenido, parecía increíble que ese té costara más de lo que anteriormente ganaba en un mes, pero debía admitir que era exquisito. Tenía un sabor dulce y agradable, como ningún otro que jamás haya probado. Era algo que le recordaba a un beso, tenía un sabor especial y nostálgico.

— ¿Otra vez estas bebiendo ese té súper caro? — la voz de Akiteru se hizo presente, haciendo que diera un salto y casi derramara su té sobre su ropa, la mesa no tuvo mejor suerte. Fue una lástima, pero quizá era lo mejor, estaba tratando de limitar su consumo tanto como podía

— ¿Otra vez estas coqueteando con las sirvientas? – refutó Tsukishima casi con burla, devolviendo la taza a la mesa frente a él. Rápidamente Yamaguchi le tendió una servilleta y sirvió más té, sin embargo el rubio lo rechazó y, en su lugar, señaló el chocolate. Repentinamente le apetecía algo más dulce — Deja de jugar.

Bastó solo una semana para que todas las sirvientas terminaran encantadas con él, era ridículo y molesto ver cómo le sonreían cuando a él a duras penas le dirigían la palabra. Tampoco era que estuviera muy interesado en transformarse en su amigo, además de cuidar de él y la mansión, estaban ahí para vigilar sus movimientos, sin embargo le hacía sentir malhumorado.

— Solo estoy haciendo uso de mis encantos para obtener algo información — el menor bufó, eso era lo más ridículo que jamás hubiera escuchado — Sé que no te he prestado atención útilmente, debes sentirte solo, lo siento, Kei — se disculpó al tiempo que se sentaba sobre en el sofá individual junto a él. Le dio una sonrisa tranquila a Yamaguchi y tomó la taza sobre la mesita, olió el contenido y tomó un muy pequeño sorbo antes de devolverla. A Kei ya no le parecía extraño que hiciera eso después de una semana, incluso probaba de su comida primero, su hermano siempre fue un poco extraño, pero estaba exagerando.

CHOICES [Omegaverse] [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora