CHOICES [Omegaverse] [Editado]

Capítulo 32

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Sus ojos picaban mientras observaba a todas las personas que caminaban, afligidas, por el pasillo, se estaba conteniendo ¿Por qué no lo notó antes? ¿Tan absorto estaba en sus propios problemas? ¿Por qué él no dijo nada? Todo parecía estar bien; su rostro, sus ojos, su renovada energía y su tez llena de color, todo indicaba lo contrario a lo que sus consternados ojos contemplaron en ese momento. Un segundo ambos estaban charlando cómodamente en la terraza y al otro lo vio dejar caer su taza de té al suelo, sostenerse el pecho hasta casi enterrarse las uñas en la piel a través de la ropa y caer. No comprendía que estaba ocurriendo y no dejaba de preguntarse el por qué, mientras una profunda aflicción llenaba su pecho.

Esa no era la forma en la que imaginó sería su separación ¿Dónde estaban las protestas de Akiteru? ¿Dónde estaban los abrazos y las incesantes palabras de despedida? ¿Dónde estaba el tan molesto y a la vez necesario "Te quiero, Kei" con el que usualmente se despedía? No había nada de eso ni tampoco lo habría si él no despertaba.

— Tsukki, necesitas descansar, has estado parado aquí afuera por demasiado tiempo, tal vez deberías volver a tu habitación — sugirió, Yamaguchi, quien se había mantenido junto a él desde el incidente de Akiteru — Él va a estar bien, iré a buscarte sí algo pasa.

— No voy a ningún lado, tengo que verlo — murmuró, sin apartar la mirada del frente, no había forma en la que pudiera moverse de ahí, no iba a abandonar a su hermano. Tendrían que sacarlo a rastras de ahí si querían que se marchara.

El pecoso posó una mano sobre su hombro — Aunque lo veas, no vas a poder hacer nada por ayudarlo...

— Cállate — le cayó, no estaba de humor para escucharlo. Estaba al punto de la histeria y su presencia era suficiente para molestarlo, no lo quería ahí — Márchate, no te necesito hoy.

— ¿Vas a estar bien solo?

Tsukishima resopló, hablaba como si realmente le preocupara su bienestar, sin embargo él sabía que no era así. Sabía que en el fondo se regocijaba con lo que estaba ocurriendo, que disfrutaba verlo así y que por ningún motivo quería dejarlo a solas con Kuroo. No después de lo que ocurrió entre ellos días atrás. Había notado lo receloso que estaba de él, sus sonrisas eran más falsas que nunca y sus comentarios mucho más malintencionados. Sin embargo nada de eso había funcionado, eso lo había irritado aún más.

— Vete, estoy mejor solo.

Mintió. No quería estar solo, no quería volver a ese tortuoso silencio, no quería estar rodeado de personas extrañas y no quería que en esa soledad, su mente se ahogara en preocupaciones. Sabía que Akiteru tenía que marcharse, pero esa no era la forma en la que debía hacerlo.

Nada estaba bien.

— Gracias por traerlo hasta aquí — murmuró taciturno, al hombre que se acercó silenciosamente; Akiteru a menudo decía que no debía olvidar la cortesía. No habían tenido la fina educación que ellos habían recibido, sin embargo esa no debía ser razón suficiente para sentirse inferior — Y lamento que tuvieras que venir tan apresuradamente, debes estar ocupado...podrías haber enviado a alguien.

— Lo hice por ti, pensé que sería una buena oportunidad para verte también — sin adornos o rodeos, Ushijima siempre era directo tanto en sus palabras como en sus acciones. No estaba de acuerdo en muchas cosas con respecto a él, sin embargo ese era un rasgo que le gustaba. No tenía que suponer nada porque él se lo diría — Podrás verlo cuántas veces quieras una vez estés conmigo, no voy a negarte eso.