Treinta y Tres

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Narra Bianca





  ¿Cual es aquel camino que tengo que tomar? 
Si solo hay un destino al que puedo llegar 
Si siempre viaje solo 
Y siempre vos fuiste mi faro en la ciudad   





Nunca se me dio bien lo de mentir. Jamas lo habia hecho, ni tampoco pretendia que sea la exepcion. Me subi al colectivo y me ubique en el ultimo asiento. Realmente la buena energia que tenia cuando desperte se me habia ido en apenas unos minutos atras. Me sentia una completa inutil al tener que dar tantas explicaciones de lo que hacia y dejaba de hacer con mi vida, sentia que no tenia que hacerlo, nada me ataba. Suspire pesadamente recordando cada una de las palabras, me sentia una indefensa a la hora de discutir por algo sin motivo, algo que yo habia decidido que pasara.





-No podes ir, no podes darle el gusto - Ramiro estaba sentado en mi cama mientras me miraba con sus brazos cruzados - ¿Tan facil vas a ceder?

-¿Y vos tan pesado vas a ser? - Me gire para mirarlo de frente. Estaba terminando de ponerme las zapatillas - No me voy para siempre, ni tampoco significa nada que me junte a hablar. ¿Acaso esta prohibido eso?

-Pueden hablar aca, no hace falta que se vayan a un barcito de media pila - Vi como apreto sus dientes rapidamente, nunca lo habia visto de aquella forma - ¿Tan importante es que no podes dejarlo para mañana? Habiamos quedado ver una pelicula, juntos.

-No, no habiamos quedado. Vos solo te invitaste a mi habitacion a ver la pelicula, como vos solo te invitas a querer dormir conmigo a pesar que yo todavia te siga diciendo que no, como tambien vos solo te dignas a esperarme fuera de la Universidad y a regalarme cosas que no necesito Ramiro - Habia sacado los trapitos al sol, como hace dias me venia aguantando - Yo entiendo que me quieras Rama, y que me quieras cuidar pero no tengo dos años, me se cuidar sola.

-Claro, por eso de tan sola que te cuidas te uso una noche para sacarse las ganas y ahora te invita a tomar algo en un bar. ¿Vas a terminar en un hotel esta noche tambien? - Aprete mis puños, sinceramente no queria seguir peleando.

-No sos mi novio Ramiro, ni nada. Que compartamos algunos besos no te da derecho a decidir en mi vida, ni mucho menos a manejarme a tu antojo. Andate de mi habitacion, por favor - Estire mi brazo señalando hacia la puerta. Lo vi pararse enojado cerrando la puerta con fuerza - ¡Despacio que la vas a hacer giratoria!





Ladee mi cabeza rapidamente, sacando de mi cabeza los pensamientos que tenia respecto a la pelea con Ramiro. Pelea tampoco deberia llamarse, sino un intercambio de opiniones. Desde el momento que Ramiro comenzo a besarme delante de todos sin ningun tipo de pudor creyo que podria manejarme, o cambiarme a la forma que el deseaba. Pero no. Siempre tuve en claro mis ideales. Ramiro siempre me demostro ser la persona mas dulce que podria existir, aunque tuviera sus cosas como las tenemos todos demostro ser paciente conmigo, pero en los ultimos dias habia quebrantado todo cuando pretendia cosas que yo no seria capaz de darle. El amor que el me demostraba. Ramiro me ama de la forma en que yo no podria hacerlo. 



-Mas te vale que sea importante esto - Me sente en una silla del otro lado de la mesa de dos. Deje mi cartera colgada en el respaldar mientras me sacaba la campera.

-¿Hola no? - Sonrio apenas para estirarse y dejar un beso en mi mejilla - Veo que no estas de buen humor.

-Ves bien - Antes que siga hablando vi como llamo al moso pidiendo unos jugos exprimidos para tomar, lo que el ya sabia que tomaba - ¿Para que me citaste aca Paio? - Y aunque ya lo supiera necesitaba que el vuelva a repetirlo.

Bajo el mismo techo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora