Capítulo 17: Un momento para pensar.

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"Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para el que tiene corazón."

-Gabriel García Márquez.


El molesto y agudo ruido taladra en sus oídos, su segunda resaca en la semana es incluso más fuerte que la anterior.

Golpeando a ciegas a su lado derecho. Trata de encontrar el molesto apartó, se remueve soltando un gruñido al no lograr su objetivo.

El movimiento de alguien sobre su cama lo hace abrir los ojos, una respiración suave golpea contra su mejilla.

Voltea, encontrándose con un chico de tez blanca, labios un tanto rojos e hinchados, con algunas perforaciones sobre su ceja.

Recorre todo el rostro de éste, tratando de recordar la razón por la cual ese chico está ahí.

Despega la mirada del sujeto y la pasa por todo el lugar.

Esa no es su habitación.

Suspira cansado antes de levantarse de la cama, quedando sentado en la orilla de está. Busca con la mirada su ropa interior al igual que su remera y jeans, sus pies tocan el frío suelo de mármol cuando se pone de pie y va hasta ellos, haciendo que se estremezca.

Se viste de manera rápida, todavía con un dolor punzante en la parte baja de la cabeza.

Mierda.

El sonido de las sábanas siendo removidas tras algunos suspiros llega hasta sus oídos.

-Buenos días. - la voz del chico es un tanto ronca a causa del sueño, pero alegre de igual manera.

El rizado toma su abrigo y lo mira a través del gran espejo que está justo enfrente de él.

-Hola.

-¿Te vas? - pregunta curioso, tras la respuesta cortante del oji verde.

-Sí, ¿algún problema con eso? - reprocha.

Harry y una resaca tan fuerte como la de ahora, no es la mejor combinación del mundo, y el tipo frente a él no parece entender que no quiere hablar en lo absoluto.

-Vaya, tranquilo hombre, es solo una pregunta. - responde indignado.

El menor parece notarlo, y se maldice una y otra vez.

El chico no tiene la culpa, no seas idiota.

Se dice mentalmente. Y es que últimamente el rizado no ha estado de un muy buen humor, su último año de universidad es cada vez más agotador, y el estrés causado por eso no ayuda en nada, ni siquiera tirarse a tres o cuatro chicos cada fin de semana.

Suspira.

-Y-yo, lo siento, es solo que tengo una resaca de los mil demonios, no quise sonar grosero. - se peina el cabello con los dedos, en señal de frustración.

El chico lo mira por un segundo y después sonríe.

-Bah, no te preocupes, todos podemos tener un mal día. - hace un gesto con la mano restándole importancia. - Tengo algunas aspirinas, tal vez te puedas quedar a desayunar, no se... bueno sólo si quieres, puedes irte si así lo deseas, yo n-.

-Sería genial...- lo corta, con el ceño fruncido tratado de recordar su nombre. Gesto que no pada desapercibido para el peli negro.

-Oh si, perdón, que descortés soy, mi nombre es Jake.- quita las mantas que cubre su cuerpo, recorriendo la cama para tenderle la mano al menor, dejando todo descubierto a los ojos del rizado.

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