Capítulo 34: Errores y amenazas.

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"Si esta habitación se estuviese incendiando
Yo ni siquiera lo notaría
Porque tu estarías llevándote mi mente
con tus pequeñas mentiras blancas,
pequeñas mentiras blancas

Tu decías se está haciendo tarde, haciendo tarde
Y no sabes si puedes quedarte
si puedes quedarte
Pero no estás diciendo la verdad
no, te gusta jugar

Tus manos me tocan
me están tocando
Tus ojos aun dicen cosas
ellos dicen lo que hacemos
Cuando somos solo tú y yo
no puedo concentrarme

Eso es todo en lo que estoy pensando
en todo lo que me mantengo pensando
Todo lo demás solo se va lejos...





Harry odia los hospitales desde la primera vez que estuvo en uno.

Y tras lo que había pasado con Louis, los aborrecía aún más.

Estar sentado en una sala de espera, velando por Louis, se sentía como un Deja Vú. La idea de perder lo que apenas había recuperado le corta la respiración y le aprieta el pecho.

Las manos no le han dejado de temblar desde que vio a Louis en el piso. Los paramédicos no tardaron mucho en llegar. Sin embargo, cuando entraron al lugar por el inerte cuerpo de las personas a la que más ama vio de nuevo cómo su mundo se iba derrumbando.

La pequeña ilusión en la que estaba, se estaba comenzando a derrumbar. Las luces se empezaban a apagar.

Liam, Zayn y Niall fueron despedidos en cuanto Harry cerró las puertas de la ambulancia, los paramédicos le miraron con sorpresa por el acto tan osado.

Ahora se hallaba solo, a espera de noticias sobre Louis. Su Louis.

Las horas corrían, y los nervios cada vez eran peores. Nadie lograba darle razones sobre el chico de los ojos tan azules como el mar.

Sentía la bilis en su garganta, a nada de ser expulsada. Sin embargo, se contenía. Él estaba ahí por Louis, y no se permitiría tener un momento de debilidad por su estúpido y nervioso organismo.

Cuando un hombre en bata blanca y con una tabla en las manos llega a la sala de espera, ruega que sea el doctor que atiende a Louis, y al parecer el destino está de su parte.

- ¿Familiares de Louis Tomlinson?

El chico se levanta como si se hubiese puesto un resorte en su asiento. Con euforia mira al doctor.

-Soy yo.

El hombre asiente, sin más explicaciones.

-El paciente tuvo un ligero colapso mental, el estrés no es muy bueno para personas que se han recuperado de la amnesia por sí mismos. Pudo haber ocurrido algo peor. Llegaron a tiempo con él. -Harry traga el nudo que se forma en su garganta y habla de nuevo.

- ¿Puedo verlo?

-Claro, sígame.

El muchacho rizado no necesita de más palabras para seguir ciegamente a aquel hombre de al parecer cuarenta años. Los pasillos por los que lo lleva son amplios, las enfermeras corren de prisa y muchas personas se encuentran ahí.

Llorando, tomando café, conversando. Niños jugando videojuegos y adolescentes con flores coloridas.

La puerta con el número 145 en letras plateadas resalta de entre lo blanco del lugar, el hombre hace una seña a Harry de que puede pasar.

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