Capítulo 3: Cuando nos peleábamos.

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"Tu pusiste mi mundo patas arriba.
Mi mundo era ordenado, calmado y controlado, y de repente tú llegaste a mi vida con tus comentarios inteligentes, tu inocencia, tu belleza y tu tranquila temeridad y todo lo que había antes de ti empezó a parecer aburrido, vacío, mediocre...Yo no era nada.Y me enamoré."


13 de agosto de 2008

—Harry, lo siento ¿estás bien?, no fue mi intención hacerte sentir mal pequeño.

—No quiero escucharte, no ahora por favor.

El mayor y el más pequeño habían tenido una de sus típicas peleas.

Cualquiera que los viera, dejando a un lado a amigos y familiares, dirían que son una 'linda' pareja.

Pero lo real, era que su relación no iba más allá de ser los "mejores amigos" a pensar de llevar un poco más de diez años de amistad.
Pero ambos sabían que en el fondo cada uno sentía algo un poco más fuerte por el otro, el único problema era que no querían aceptar sus sentimientos como tal.

Su pelea había sido causada por algo realmente estúpido, Louis lo sabía, no sería nada sencillo ser perdonado por Harry, no está vez.

Se había burlado en su cara por su posición económica, no intencionalmente, pero lo hizo.
Haciendo un comentario para nada agradable frente a sus "amigos" de la Universidad.

"—Louis amigo— Dice un chico rubio, un poco más alto que el castaño, ojos grises y demasiado musculoso para su edad— también llevarás a la niñita esa, ¿cuál es su nombre? Oh si Henry — Sonríen burlón— El que siempre te busca porque no puede defenderse solo.

Louis lo mira sin expresión alguna, pero luego una sonrisa hipócrita se forma en la comisura de sus labios.

—Su nombre es Harry— suspira— y no, no creo que pueda venir con nosotros Jack, además no creo que tenga el dinero suficiente, ya sabes no es de la misma clase social que nosotros.

Todos sueltan una carcajada estruendosa, haciendo al castaño sonreír.

—No creo que a la princesita le agrade lo que acabas de decir Tomlinson — Dice ahora un pelirrojo con pecas en las mejillas, pero bastante atractivo a los ojos de las chicas incluso hasta para el mismo Louis.

— ¿De qué mierdas hablas? — Louis dice nervioso, notando como la mirada de Nick esta clavada en un punto fijo tras su espalda.

El pelirrojo sonríe aún más, alzando las cejas

Voltea rápidamente, topándose con quien menos quería hacerlo, su boca se seca, apretando sus puños, clavando sus propias uñas en sus palmas.

Respira pesadamente, Harry está ahí, mejillas sonrojadas y ojos vidriosos.
Se maldice una y otra vez, sabe que está jodido.
El menor sale corriendo, Louis trata de hacer algo, pero sigue parado en el mismo lugar.
Grita su nombre, pero ya es tarde, Harry está demasiado lejos para escucharlo.

Con una última mirada hacia los idiotas de los que solían ser sus amigos, va detrás del pequeño rizado.

Hará todo lo que este en sus manos para que lo perdone, sabe que será casi imposible."

Pero lo que no sabe es que no tendrá que esforzarse demasiado, no cuando Harry es tan malditamente débil ante él.

~

Para cuando Louis llega a la casa del menor, toca ansioso la puerta.
Anne se asoma despacio y con lágrimas en los ojos.

—Anne, ¿qué pasa?

—Hunter...

Louis dejó de respirar cuando escuchó el nombre del mejor amigo de Harry. Un hermoso husky siberiano negro que tenía como mascota.

—Él, murió hoy en la mañana.

Cuando Louis proceso la información que Anne le acababa de dar corrió escaleras arriba donde estaba Harry encerrado en su cuarto.

—Harry, cariño, abre. Por favor.

Detrás de la puerta Louis logró escuchar como Harry sorbió su nariz.
Después el seguro de la puerta se quitó y encontró un Harry abrazando sus rodillas en el piso junto a la cama. Sus sollozos desgarradores y descontrolados.

—¡Hunter Louis! ¡¿por qué?!

El ojiazul corrió a abrazar a su mejor amigo, tirado en el piso lo sentó sobre él y lo abrazó, consolándolo.

—Shh, shh cariño.

—Lo amaba Louis, lo encontré en la calle a mis siete años.

Hunter era un perro lleno de vida, el cual Harry encontró un día mientras caminaban alegres en la calle.
El perro, ya siendo adulto, cautivó por completo al pequeño Harry, haciendo a Anne llevarlo al veterinario y después a casa, como nuevo miembro oficial de la familia Styles.
No fue nada barato conseguir que el perro estuviera sano, y cabe decir que en esos meses ninguno de los dos podía acercarse mucho a él por las enfermedades que éste podría tener.

Harry había quedado totalmente prendado del perro.
Que había fallecido después de nueve años con Harry.

Lo único que puede hacer es abrazar a Harry y acariciar sus suaves rizos.

—Él está bien Harry, ya estaba grande, tuvo una vida plena y feliz junto a ti.

—No debía morir. ¡No debía!

—Sabes, cuando era niño mamá me dijo que cuando un ser muere, te vigila desde el cielo. Hunter era un perro excepcional, a pesar de que no pudiste estar con él el tiempo que hubieras querido. Tu hiciste su vida feliz, lo acogiste, lo cuidaste y le diste todo el amor que se le puede proporcionar a una mascota.

—Pero no debía. Aún no.

—A veces las cosas que más nos hacen felices se van, cuando menos lo esperas. Pero siempre quedan los recuerdos, sean malos o buenos, siempre estarán ahí recordándote la presencia de ese ser.

—Gracias, por estar aquí conmigo.

—Eres mi mejor amigo, y Hunter también lo era.

~

Después de más lágrimas, abrazos y mensajes reconfortantes.
La familia Styles decidió enterrar a Hunter en un panteón para mascotas.

Aún tristes y desanimados, Harry y Louis se encaminaron a un pequeño parque que había ahí, Louis se tiró al pasto y Harry se acurrucó sobre el pecho de éste.
Cualquier persona que los hubiera visto hubiera creído que son más que amigos.

El ojiazul abraza más al ojiverde y susurra:

—No te pude pedir disculpas Harry.

— ¿Sobre qué?

Musitó este desconcertado.

—Por lo que dije, no debí decir eso, sé que te herí. Perdóname por favor.

—Ya lo había olvidado. Te perdono, pero sólo con la condición de que no vuelvas a hacer eso.

—Lo prometo Harry. ¿Amigos?

Harry sonrió desde arriba y besó la mejilla de Louis, cariñoso.

—Amigos.

El mayor sintió como algo dentro de él se removía y saltaba gozoso por el beso del otro.

Y Harry no difería mucho.
Sus mejillas habían tomado ese color rojizo que tanto adoraba Louis y se había encogido aún más en el pecho del mayor, que, a pesar de ser más pequeño, era en extremo reconfortante.

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