Capítulo 21: Cuando encontró a alguien más.

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"-¿Qué es la soledad? -pregunta el Principito.
-Es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, es un momento de reflexión."
-El principito, Antoine De Saint Exupery.

*Flash back*

Para Harry ver a sus amigos llenos de felicidad era una sensación maravillosa.
Adoraba a ese par de idiotas, pero la soledad siempre estaba presente en su persona. Su cuerpo estaba incompleto y su alma estaba desolada.

Intentó muchas cosas, terapias, actividades diversas. Pero siempre terminaba en aquel oscuro lugar de su consciencia en el que odiaba estar.

Un día de primavera, caminaba apresurado por los pasillos de un pequeño super mercado en busca del cereal preferido de su rubio amigo.
Pero no lograba encontrarlo, justo estaba dispuesto a darse por vencido, encontró a un trabajador de la tienda.

El uniforme azul con la etiqueta de su nombre terminó por confirmarle al rizado que se trataba de un empleado.

Se encaminó hacia el chico de casi su estatura y tocó su hombro con un dedo.

El chico volteo en seguida y las mejillas del rizado se sonrojaron sin motivo alguno.

-¿Necesitas algo?

Cuestiono con amabilidad el chico.

-Si, mmm, yo quería saber si aún hay cereal de bolitas de chocolate.

Sus mejillas de por sí sonrosadas ahora estaban completamente rojas igual que su cuello después de mencionar aquella pregunta tan tonta.
El chico le sonrió y asintió.

-Tenemos un nuevo cargamento en la bodega, si quieres puedes aguardar aquí mientras te lo traigo.

El rizado asintió y el chico se fue. Una vez que el oji verde se encontraba completamente sólo en el pasillo suspiró y se tomó el tiempo de pensar sobre lo realmente hermoso que era aquel chico.

Tenía piel blanca y a pesar de su uniforme se podían ver algunos tatuajes en su piel. Su cabello era castaño y sus ojos eran claros. Poseía un gran físico a decid verdad, y el rizado no se podía encontrar más sonrojado por sus pensamientos. Su boca se secó y sus manos comenzaron a sudar. Sólo quería que el chico llegara con su cereal para ir a cajas y nunca más volver.

A los pocos segundos de su pequeña pelea mental con su consciencia y su razón, el chico llegó de nuevo con el cereal del rizado. Quien lo tomó con apuro de las manos del castaño y cuando estaba a punto de dar la vuelta fue interrumpido por la voz del otro.

-Un placer conocerte, ojalá vengas más seguido. Quizás necesites mi ayuda y pues, cuentas conmigo, me llamo Ash.

El chico extiende la mano hacia el rizado, quien aprieta más la caja de cereal y dudoso estruja su mano con el otro.

-Harry.

-Un placer Harry.

~

Para cuando Harry estaba en clase de álgebra lo que menos pensaba era que un nuevo alumno llegaría a media clase, ganándose una mirada despectiva  por parte del profesor y varios suspiros por parte de las chicas.

Cuando el rizado alzó la mirada no esperaba encontrarse con el chico del super mercado ahí.
Sintió cómo su sangre abandonaba su cuerpo y comenzó a sudar. Siguió tomando nota de lo que pasaba en las diapositivas del profesor e intento ignorar al chico. Pero las constantes bolitas de papel cayendo en su cabeza no lograban dejar que se concentrara.

Volteó a donde su amigo Niall aguardaba y la sonrisa llena de complicidad del rubio le dejó en claro que se había dado cuenta de su reacción con el nuevo.

Harry se sonrojó y lanzó una mirada de advertencia al oji azul, quien soltó una carcajada y se ganó un reproche por parte del maestro.

Harry suspiró y siguió con sus clases intentando concentrarse.

~

El resto del día había sido completamente normal, pero la tranquilidad de la que gozaba se esfumó al término de las clases cuando cierto chico castaño se acercó al oji verde corriendo.

-Hola, Harry, no sabía que estudiabas aquí.

-Si yo, llevo tiempo aquí, ya sabes, el plan de estudios es eficaz y bueno.

Contesto mirando hacia todos lados menos hacia el castaño.

-Si, hum, yo me preguntaba si te gustaría salir a tomar algo conmigo, ya sabes, platicar y quizás si me podrías poner al corriente con el plan de estudios.

Harry asintió nervioso y contestó.

-Claro, yo, si, estoy libre después de las tres.

Y sin más, dejó un papel con su número en la mano del chico para huír de ahí.

~

El tiempo había pasado rápido y aquel chico del que Harry temía tomarle cariño se encontraba sentado junto a el en la banca de un parque cercano al instituto.

El silencio reinaba entre ambos chicos y no era para nada incómodo. Sólo cambió cuando Ash se atrevió a hablar.

-Harry, una vez, mientras platicábamos te había dicho que yo creía que el amor era como lanzarse de un precipicio. Desde ese día no he dejado de pensar. Y mi mente me atormenta desde aquella vez que me pediste el cereal en el súper mercado. Y yo sólo no logro olvidarte, tu sonrisa me ha cautivado, y tu mirada me ha hipnotizado. Pasar tiempo contigo es como si el mundo se detuviera y sólo existieras tú. He decidido aventarme de ese precipicio, pero no se si tu estés dispuesto a aguárdame abajo.

El rizado meditaba las palabras del castaño y cuando comprendió el mensaje sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Oh Dios, ¿Ash me estás...?

-Si, Harry, te quiero, no puedo decirte te amo a tan poco tiempo de conocernos. Pero algo crece dentro de mí, algo que tu causas y que no puedo detener. Lo he intentado, créeme. Pero no puedo, me es  imposible convencer al corazón y a la razón de que no debo sentir esto. Sólo necesito una oportunidad tuya Harry. Déjame demostrarte que te puedo hacer feliz.

-Si...

~

Las personas siempre dicen que después de la tormenta viene el arco iris. Pero sinceramente ¿cuántas veces lo creemos?.

La mayoría de las veces sólo nos dicen eso para darnos ánimos. Para alentarnos a seguir luchando. Harry era uno de los muchos que no creían en aquella frase tan banal.

El amor no es algo fácil. En ningún sentido. No es fácil hallarlo, no es fácil hablarlo ni representarlo. No es fácil cuidarlo y respetarlo. Y siempre viene con un precio.

Al parecer Harry ya había pagado ese precio, pues desde esa vez que había dejado a un completo extraño entrar en su corazón nada había vuelto a ser igual. Ahora sus días estaban llenos de felicidad y ese hueco que antes existía ya no estaba.

Su alma estaba en paz. Su cuerpo estaba en paz. Su corazón estaba en paz. No necesitaba nada más que olvidar el pasado y seguir con el presente.

Harry y Ash estaban cenando contentos en un restaurante de Estados Unidos, era una noche magnífica. Todo se sentía tan bien que el rizado por primera vez se olvidó de ver a todos lados en busca de algo.
En busca de él.

Al fin había comprendido que no
siempre seremos dependientes de alguien.

Que podemos superarnos y demostrarle a la vida quien manda.

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