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Capítulo 25: Enormes vacíos.

"Es sólo otra noche
Y yo estoy mirando la luna
Vi una estrella fugaz
Y pensé en ti.
Canté una canción de cuna
Por la orilla del agua
Si estuvieras aquí,
Te cantaría
Tú estás en el otro lado
A medida que el horizonte se divide en dos
Estoy tan lejos de verte
Puedo ver las estrellas
Desde América
Me pregunto, ¿crees que ellos también?

Así que abre los ojos y ve
La forma en que nuestros horizontes se reúnen
Y todas las luces se irán
En la noche conmigo
Y yo sé que estas cicatrices sangrarán
Como ambos de nuestros corazones creen
Todas estas estrellas nos guiarán a casa".
-All of the stars, Ed Sheeran.

Las estrellas fugaces son simples acumulaciones de roca que pasan por la tierra, y por la velocidad con la que van transitando se prenden en fuego, lo cual les da ese aspecto brilloso. Algunas de ellas son realmente resplandecientes, sus trayectorias son largas o cortas. Pero ¿por qué pedimos deseos a aquellos pedazos de rica que no nos servirían para nada?
Nuestra fe en lo que creemos es tan grande que nos consume.
Nos cierra los ojos y no nos permite ver lo que sucede.

Y ahí, con Louis frente a su mirada, después de tantos años, Harry siente como la sangre abandona su cuerpo, su vista está nublada y siente como lo que había comido hace unas horas se acumulaba en su garganta para intentar ser expulsado.

El aire de sus pulmones había sido expulsado y sus manos y piernas temblaban de manera considerable.

¿Por qué de los miles de millones de personas que habitan la tierra justo aquel chico de ojos azules como el mar había vuelto a su vida?

¿Era acaso que el mundo, el universo, el cosmos o Dios los quería ver juntos?

¿Era que el mundo quería ver como se consumían el uno al otro hasta quedar in vida?

Con Louis ahí, parado enfrente suyo con el rostro tan pálido como quizás se encontraba el suyo, ¿cómo podría razonar?

¿Era real, o su mente estaba dándole una mala jugada de nuevo?

No fue hasta que John Thompson se decidió a hablar que Harry logró retomar la compostura. Con su acento tan americano al cual aún no lograba acostumbrarse, su cabello un poco canoso y su lechosa piel.

- ¿Sucede algo señores?

Su ceño fruncido y mirada interrogativa demostraba a ambos jóvenes su ignorancia del porque sus reacciones.

-No...

Su voz, era tan parecida a hace años cuando por última vez lo había escuchado. Era una melodía para los oídos del rizado, con ese acento tan marcado y ese tono tan agudo. Su voz a pesar de sólo haber mencionado una palabra de dos letras había sonado temblorosa, añorante y llena de sentimientos que su rostro bien ocultaba.

- ¿Podría dejarnos un momento a solas? Para hablar de negocios, me encantaría hablar con mi socio a solas señor Thompson.

El hombre mayor asiente y abandona la habitación, y en el instante en que la puerta se cierra Louis se tira al suelo en cuclillas, con el rostro entre las manos y soltando pequeños sollozos.

La reacción del oji azul para con el oji verde lo descoloca del todo, su rostro demostrando su total confusión.

-Dios mío, después de tanto tiempo...