Capítulo 36: Tensiones.

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"Si te dijera que esto no hará más que doler

Si te advirtiera que el fuego habrá de arder

¿Entrarías? ¿Me dejarías hacerlo a mí primero?

Hazlo en nombre del amor

¿Me dejarías guiarte aun cuando hayas perdido la vista?

En la oscuridad, a mitad de la noche

En el silencio, cuando no haya nadie más a tu lado

¿Me llamarías en nombre del amor?

En nombre del amor, nombre del amor

En nombre del amor, nombre del amor

En nombre del amor

En nombre, nombre

En nombre del

En nombre, nombre

En nombre del

En nombre, nombre

En nombre del

Amor...


Después de la confesión del rizado a Louis sobre la poca profesionalidad de Louis al no averiguar si había cámaras de seguridad para hacer sus trabajos ilícitos, lo siguiente fue de suma facilidad.

Luego de que el abogado de Louis pidiera veinticuatro horas para que el caso diera inicio, juntos lograron salir de la delegación para partir a la oficina de John Thompson.

El camino fue algo lento, las aglomeraciones típicas de Los Ángeles, tras una hora y media en el automóvil de Harry, logran llegar a la empresa.

Se bajan del coche y el trío ingresa al elevador. La música típica de éstos aligerando el ambiente, Louis se miró en el espejo de las paredes que el elevador poseía; se veía desaliñado, sucio y con ojeras.

La imagen de Harry no difería mucho a la de él, pero a pesar de haber pasado la noche con una bola de corruptos, Harry seguí viéndose despampanante.

Harry se veía bien con todo y sin nada.

Caminaron por los coloridos pasillos que poseía la empresa, saludando a algunos trabajadores que hacían sus labores e ignorando las indiscretas miradas de algunos otros que se sorprendían de verles en tan deplorables condiciones.

Una puerta de caoba inmensa y con una placa en la parte superior central donde en letras doradas se leía "Presidencia: John Thompson."

Harry abre la puerta sin tocar y sin esperar a que Sarah, la secretaria, anuncie su llegada.

- ¡Jony!, estuve preso por casi un día, ¿puedes creerlo? -una sonrisa se posa en los labios rosas del muchacho, quien prosigue a caminar con confianza hasta sentarse en uno de los tres sillones individuales frente al escritorio del jefe.

-Muchacho, desde que llegaste a esta empresa me has dado de qué hablar, pero eres un terrón de azúcar, ¿qué hiciste para que te apresaran?

Harry carcajea y se sonrosa. Louis en su vida había mantenido tal relación tan confianzuda con alguien que no sea su amigo o familiar.

-Le solté un puño a un oficial, el muy desgraciado estaba burlándose de mí.

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