Elise Peters.
Había pasado una semana desde que estuve en la oficina de Vincent, no me lo había encontrado durante todo éste tiempo, cosa que agradeceré eternamente.
El cumpleaños de Blake había llegado, fingí no saber que se celebraba ese día y dejé que se fuera solo a la oficina, había planeado llegar con sus padres y darle la sorpresa.
—Buenos días, señor y señora Anderson. —dijo Hayley en cuanto llegamos a ella—. Y buenos días para usted, señorita Elise —le sonreí.
—Buenos días, Hayley —dije.
—¿Se encuentra Blake? —preguntó Michael y ella asintió.
—En su oficina pero está con una clienta —él sonrió en forma de agradecimiento y se dio vuelta agarrado de la mano de su esposa para dirigirse al elevador.
—No te saludaron hoy porque es el día en el que sólo piensan en su hijo —dije y rodé los ojos.
Ella rió. —No se preocupe, señorita Elise, lo sé.
—Llámame Elise, sólo Elise. Había dejado de pedirte que me llamaras así porque nunca me hiciste caso, espero que ahora si lo hagas —asintió.
—Lo haré, Elise —reí y me despedí con la mano.
Caminé hacia el elevador, el cual apenas había bajado y subí con los señores Anderson.
—Éste elevador tarda mucho, mandaré a alguien a que lo arregle —dijo Michael.
Rodé los ojos mentalmente mientras a él le sonreía como si aprobara lo que acaba de decir. —Es muy buena idea —dije.
Hanna, la mamá de Blake, es una señora humilde, cariñosa y simpática pero muy callada, casi nunca quiere hablar con nadie, hay veces que pienso que es porque Michael no la deja.
Llegamos al décimo piso y cuando Michael vio la otra oficina frunció el ceño. —¿Qué es esto?
—Es la oficina del nuevo accionista —dije y frunció más el ceño.
—¿Nuevo accionista? —asentí—. ¿Qué le pasó por la cabeza a mi hijo para permitir esto? —me preguntó, enojado.
—No lo sé.
—¿Y por qué no lo detuviste? —luché por no fruncir el ceño.
No es mi obligación cuidar de las cosas que haga Blake con la empresa, y no porque yo no soy parte de ella, sino porque él sabe lo que hace.
—Lo intenté, pero sabes que es muy terco.
—Es igual que tú, Mike, no sé por que te enfadas —dijo Hanna.
Michael soltó la mano de Hanna y se acercó a la puerta de la oficina de Vincent, la abrió y entró, Hanna y yo entramos tras él, y Vincent, quien se encontraba en su librero buscando un libro, volteó a verlo.
—¿En qué puedo ayudarlo? —preguntó con el libro en sus manos y el ceño fruncido.
—En nada —Vincent volteó a verme y le hice señas para que no hablara.
Pero como el terco que es, abrió la boca para arruinarlo todo, al igual que siempre: —Entonces vayase de mi oficina.
Michael frunció exageradamente el ceño. —Muchacho insolente, no le permito que me hable así —caminé rápido para ponerme ante la vista de ambos.
—Michael, ha sido un mal entendido —dije viendo a Michael y volteé a ver a Vincent—. Señor Silverman, él es Michael Anderson, el padre de Blake.
ESTÁS LEYENDO
Mi único amor. [Sin editar]
عاطفية-¿Y por qué crees que no me casaré con él? -Porque no lo amas -mantuve mi sonrisa desafiante aunque me hubiera afectado lo que dijo. Porque tiene razón. -Tú nunca fuiste como Blake -dije firme. -En eso estoy de acuerdo; yo sólo tenía ojos para ti...