8. Cambio.

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Elise Peters.

Cuando me desperté vi a Vincent en el sillón, sonreí al saber que realmente no se había dormido en la cama, porque creí que se acostaría a mi lado ya que estuviera dormida.

—¿Dormiste bien? —me espanté al oír la voz de Vincent.

—Mhm... Sí —fijo sus ojos en los míos—. ¿Y tú?

—Mejor que otros días —fruncí el ceño.

—¿A qué te refieres? —se puso de pie.

—Baja a desayunar —pasó por enfrente y salió de la habitación.

Me levanté y busqué mi vestido por todos lados pero no lo encontré, fruncí el ceño porque recuerdo que lo había dejado en el lado de la cama que no ocuparía, me puse unas pantuflas que vi a un lado de la cama, las cuales me quedaban bien, y salí de la habitación y bajé las escaleras hasta el primer escalón pero no sabía a donde ir.

—¡Vincent! —grité para que viniera por mí.

Poco después apareció por el costado de la escalera y se paró frente a mí, su mirada recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza.

—Te queda muy bien mi playera —la bajé un poco para que no se me vieran tanto las piernas.

—¿En dónde está mi vestido? —me miró a los ojos.

—Lo mandé lavar —fruncí el ceño.

—Eso llevará algo de tiempo y ya tengo que irme —ahora fue él quien frunció el ceño.

—¿Tienes prisa?

—Sí —se acercó a mí.

—¿Mucha? —asentí y acortó la distancia hasta quedar a sólo unos centímetros de mí.

—Vincent, tienes que dejar de hacer esto —juntó su frente con la mía y sus ojos los fijó en los míos.

—¿Hacer qué? —aparté la mirada hacia sus labios, pasó su lengua por ellos y sonrió levemente.

Pasé saliva, estaba nerviosa por tenerlo tan cerca y más porque se dio cuenta que le miraba los labios con deseo de que me besaran aún después de pedirle que dejara de hacerlo, lo miré a los ojos y en un movimiento rápido juntó sus labios con los míos.

Su lengua delineó mis labios y le di acceso, hizo contacto con mi lengua y subí mis manos a su cabello, enredé mis dedos en él y bajó sus manos a mi cintura, me pegó más a él y, sin poder evitarlo, un gemido salió de mi boca, haciéndolo gruñir mientras bajaba sus manos a mis muslos, me levantó y enredé mis piernas en su cintura.

Pensé que iba a subir las escaleras, realmente no estaba pensando bien, porque quería que lo hiciera, sentía que hasta deseaba que subiera las escaleras.

Pero no pasó.

Lo separé de mí cuando noté que se dio vuelta. —¿A dónde vas? —pregunté con la respiración agitada.

—A la cocina —volví a besar sus labios y empezó a caminar.

Después de poco sentí como me dejaba en, supongo, la isla de la cocina, se metió entre mis piernas y jalé su cabello.

—Vincent —enredó sus dedos en mi cabello y lo jaló hacia abajo sin llegar a lastimarme hasta que mi cuello estuviera expuesto—. Vince —gruñó y se acercó hasta que sus labios hicieron contacto en mi cuello.

—Lo recuerdo perfectamente —susurró y movió un poco su boca y besó mi cuello, en aquella zona erógena que sólo él conoce, haciéndome gemir sin poder contenerlo.

Mi único amor. [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora