23. La cita.

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Elise Peters.

Una semana a pasado desde que Vincent llegó a New York, hemos estado pasando todo el tiempo juntos, de hecho no he ido casi a casa, siempre intento evitar a mis padres porque no quiero decirles que de nuevo estoy con Vincent.

Él es de nuevo ese chico de diecinueve años con el que me casé, aunque siempre que ve a Gabriel se enoja y su lado celoso sale a flote.

—Te invito a cenar —susurra en mi oído, abrazándome por detrás.

—Iba a ver a mis padres hoy —me da vuelta y pongo mis manos es sus hombros.

—¿Para?

—Les diré que estoy saliendo con alguien —sonrie, divertido.

—¿Con alguien? —ruedo los ojos e intento no reír.

—Sí —me acerca a él.

—¿Por qué no les dices que ese alguien soy yo? —frunzo el ceño.

—¿Y quien dijo que eras tú? —intento no reír al ver su expresión, creo que jamás lo vi tan sorprendido.

—Golpe bajo —rio, echando mi cabeza hacia atrás y después beso sus labios.

—Les diré.

—¿Y si yo hablo con ellos? —me muerdo el labio inferior, queriendo evitar una mueca.

—¿Crees que sea buena idea?

—No lo sé, pero no podemos ocultarlo, tarde o temprano se enteraran que no vas a casa por mí —asiento levemente.

—Deja darles como un aviso, por cualquier cosa —sonrie y asiente.

—¿Entonces aceptas mi invitación a cenar?

—Sí —besa mis labios castamente y nos separamos.

Ahora saldré hacia casa de mis padres, me invitaron a desayunar y aprovecharé en traer más ropa.

Mark me lleva a mi casa y me dice que vendrá por mí a las 6:00 p.m. para ir por Vince e ir a cenar.

Al llegar a casa y entrar, mamá aparece de inmediato como si todo el tiempo hubiera estado vigilando la puerta.

—Hija, que bueno que llegaste —sonrío sin mostrar los dientes.

—Hola, mamá —me acercó y le doy un beso en la mejilla.

—El desayuno está listo, ven —caminamos hacia la cocina y nos sentamos en la isla—. Tu padre no tarda en bajar —asiento levemente.

Esperamos pacientes a mi padre y cuando baja, se acerca, besa mi frente y se sienta.

Empezamos a desayunar mientras hablamos de cosas tribales, pasar el tiempo con mis padres es realmente genial.

—Hija, tu madre y yo queremos saber por qué ya no vienes a casa a dormir. ¿Has comprado o rentado algo? —niego mientras me llevo la taza de café a la boca.

Después de dar un sorbo, digo: —De hecho quería hablar con ustedes de eso —ambos ponen toda su atención en mí—. Estoy saliendo con alguien —mi padre levanta una ceja y mi madre sonríe levemente.

—¿Es alguien que conocemos? —lo dudo un poco pero al final asiento—. ¿Hemos estado en la misma habitación que él en alguna ocasión? —vuelvo a asentir.

—Es todo lo que les puedo decir por ahora —corté el tema antes de que me pusieran nerviosa y les dijera que era Vincent el chico con el que salía.

Seguimos hablando de cosas triviales, papá y mamá se veían un poco raros, sentía que querían decir algo pero no podían, pero en fin, como había dicho, pasar el tiempo con ellos es genial.

Después del desayuno me fui a mí habitación, me acosté en la cama y sonreí.

Me encanta estar aquí.

Éste es mi hogar, siempre me siento cómoda, el calor es reconfortante en todo tipo de situaciones.

Aunque así me siento en los brazos de Vince.

Lo amo.

Él también es mi hogar.

...

Un par de golpes en mi puerta me hacen abrir lentamente los ojos.

No recuerdo haberme quedado dormida.

—¿Elise? Hija, llegaron por ti —al oír a mamá, me siento rápidamente y miro el reloj.

6:00 p.m.

Joder, ¿por qué me quedé dormida?

Me acerco a la puerta y la abro, mamá me mira y sonrie levemente.

—¿Puedes decirle que no tardo en bajar?

—Claro —la veo alejarse.

Rápidamente me cambio la ropa por algo más formal, arreglo mi cabello y me maquillo.

Al mirar el reloj veo que han pasado quince minutos.

¿Por qué la vida es así? Hay veces que el tiempo se pasa volando y necesitamos que pase lento, y hay veces que pasa lento y necesitamos que pase rápido.

Me estoy volviendo loca.

Camino lo más rápido que puedo por los tacones y me despido de mis padres, Mark se acerca a mí para ayudarme a llegar al auto y ya arriba, espero a que él ponga en auto en marcha y vayamos por Vincent.

En el camino me dedico a pensar en mi excusa, no le diré que me quedé dormida, así que culparé a mis padres.

Que me perdonen.

Cuando llegamos a su casa, ya se encuentra afuera con un traje azul marino hecho a la medida, su cabello perfectamente peinado hacia atrás y claro, su mirada molesta.

Sé que odia la impuntualidad.

Yo odio ser tan impuntual.

Mark se detiene y no se baja al ver una señal de Vince, él se sube a mi lado pero no me mira.

—Lo siento, mis padres...

—Está bien —me interrumpe.

—En verdad, Vince, lo siento —lo oigo suspirar pesadamente.

Me mira y sonríe levemente. —Lo sé, no te preocupes —se acerca y besa mis labios castamente.

Después de varios besos en el transcurso del viaje, llegamos a un restaurante muy elegante.

Vince se bajó, Mark me abrió la puerta y entramos al restaurante tomado de la mano. La hosttes nos llevó a la mesa y esperamos a que nos atendieran mientas hablábamos de lo que había pasado en el desayuno con mis padres.

—¿Y para que hemos venido? —me atrevo a preguntar y me arrepiento al verlo ponerse algo nervioso y tenso.

—Tenemos que hablar —esas palabras hicieron que me pusiera en alerta.

Nunca son buenas.

—Claro —susurro e impaciente, espero a que diga lo que tenga de decir.

¡Hola a todos!

¿Cómo están? Espero que muy bien.

Aquí está el nuevo capítulo, perdón la tardanza y gracias por esperar.

Nos leemos pronto.

Adiós. Se cuidan.

Atte. Giselle.

Mi único amor. [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora