22. Platica dos.

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Elise Peters.

Ahora estamos desayunando, no hemos hablado, Vincent está en el celular y yo simplemente estoy viendo la mesa.

—¿Por qué estás aquí? —me atreví a preguntar.

Me mira a los ojos. —¿No es obvio?

Bajo la mirada a la mesa. El hecho de que esté aquí por mí me pone un tanto nerviosa.

—¿Cuanto tiempo te quedarás? —pregunto aún con la mirada en la mesa.

—Tengo unas cosas que hacer, no sé cuanto tiempo me lleve pero espero que no sea mucho.

—¿Qué tipo de cosas? —se encoje de hombros, restándole importancia. 

—Cosas comunes, ya sabes, dar una vuelta por New York, ver la empresa, despedir a Gabriel —frunzo el ceño, horrorizada. 

—¿Lo despedirás? Pero... ¿por qué? —suspira pesadamente. 

—No lo haré —veo que se molesta al ver que me he relajado. 

Aparto la mirada y pienso en esa pregunta que he querido hacer, la misma pregunta que rondaba por mi cabeza desde hace mucho tiempo, pero la cual me da miedo hacer por que no sé que respuesta pueda recibir, y siento que será una mala respuesta. 

—¿Cómo conociste a Samantha?

—Era mi recepcionista —me espanto al darme cuenta que lo pregunté en voz alta. 

Volteo a verlo. —¿Y ella como conoció a Blake? —decir su nombre me hace querer vomitar.

Aprieta los puños al escucharme nombrarlo. —Ella me dijo que fue cuando él quiso agendar una cita conmigo, yo no quería saber de ninguna empresa tan pequeña como la de él, así que lo ignoraba, al darse cuenta que mi recepcionista le daría acceso a una cita con sólo meterse entre sus piernas, aprovechó la situación  —aparté la mirada. 

—¿Tú y ella...? —me quedé callada, y al no oir respuesta, volteé a verlo, notando que se había molestado un poco por eso. 

—No, Elise. Se insinuaba, llevaba faldas muy cortas, pero después se cansó de que jamás le hice caso. 

—¿En serio? —asintió levemente. 

—Creo que jamás supo que era porque no tenía ojos para ninguna mujer, no después de ti —aparte la mirada.

—Pero... 

—Espera —me interrumpió—. Antes de conocerte me atraían las mujeres, pero al pensar en que mi padre sufrió por amor, porque en verdad amó a mi madre, no quería saber nada de amor ni de chicas. Pero cuando te conocí, pensé que sufrir por ti sería un placer —lo miré a los ojos. 

—Vince... —negó con la cabeza y dejé de hablar. 

—Después pensé en que sería mejor no sufrir, quería que tuviéramos un amor como el de mis padres. Ahora me doy cuenta que en verdad se amaban, ese brillo en sus miradas los delataba. Mi padre jamás tuvo ojos para ninguna mujer, mi madre era muy celosa, pero él jamás volteó a ver a ninguna mujer que no fuera ella. Cuando mi madre se alejaba de él, perdía toda su fuerza, su soporte ya no estaba. Ella siempre fue su debilidad —un nudo se forma en mi garganta al ver sus ojos cristalizarse.

—Vince... 

—Escúchame, por favor, necesito terminar de decirte esto —pide y me quedo callada, viéndolo a los ojos—. Sé, ahora sé, por que le dolió tanto su muerte. Sé que él me amaba, pero ella siempre estuvo para mantenerlo de pie, ella estuvo cuando los demás se fueron. Él siempre me dijo que le debía la vida a mi madre, que ella era su vida —una lágrima corre por su mejilla y quiero levantarme para abrazarlo, pero me detengo—. Aún con el sueño de mi futuro contigo en mi cabeza arruiné todo, quería que fuéramos como ellos. Se amaban, siempre lo demostraban, su amor no cambiaba ni con el paso del tiempo, de hecho lo hacía más fuerte. Quería eso, quería amarte más cada día de mi vida, quería que me amaras de la misma forma, quería que fueras feliz siempre. Pero lo arruiné —me levanto con lágrimas corriendo por mis mejillas y rodeo la mesa hasta llegar a él para besarlo. 

Lo amo, no hay duda. Mi amor no ha cambiado, con nada lo ha hecho, con nada lo hará. 

—Te amo —susurro y vuelvo a unir mis labios con los de él. 

El beso subió de intensidad, su lengua invadía toda mi cavidad bucal, mordía mis labios de vez en cuando, haciéndome jadear, se puso de pie y me levantó de los muslos, sentándome en la isla, se colocó entre mis piernas y empezó a besar mi mandíbula y después mi cuello.

Eso hasta que sonó su teléfono. 

Gruño y se alejó de mí, me mordí el labio inferior y bajé la mirada, él sacó su celular y contestó, después de intercambiar unas palabras con la otra persona, colgó y volteé a verlo. 

—Tengo que irme —asiento y se acerca a besarme de nuevo—. Y no te pongas triste que te veré en la noche y seguiré con esto —intento ponerme seria pero me rio y él también—. Te amo —me besa de nuevo y me baja de la isla para salir casi corriendo de la cocina. 

Suspiro pesadamente antes de sentarme en la silla en la que él estaba antes, me toco los labios y cierro los ojos fuertemente antes de sonreír ampliamente y pensar en que volver a tener la sensación de haberlo besado es lo mejor del mundo.

Lo amo, y lucharé por él sin importarme lo que los demás digan. 

¡Hola a todos!

Aquí está el capitulo, espero que les haya gustado.

 Nos leemos pronto.

Adiós, se cuidan. 

Atte. Giselle.

Mi único amor. [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora