Juego

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Mi vida ha vuelto a ser rutinaria de nuevo, solo que ahora con un dolor en el pecho que se mantiene ahí en cuanto comienza el día, hasta que termina.

Mi madre está preocupada por mi, notó el cambio en mi humor desde que regresó de la casa de mi tía. Claudia sigue sin dejarme morir, cuando le conté lo qué pasó con Laura ella misma quería ir a partirle la cara, pero esta de más decir que no la deje. Me hierve la sangre del coraje haberme permitido caer en la red de la profesora Montés y aún más que mi estado de ánimo este dependiendo de ella, siento como si mi muñeco budú estuviera justo entre sus manos y se encargará de clavar alfiler tras alfiler.

Mi estupido subconsciente masoquista se tortura constantemente recordando su sonrisa, su mirada y sus labios.

No me he mostrado débil ante ella, he logrado esconder bien lo que causó en mí. No le daría el gusto de que me viera sufriendo por ella. Soy consciente de que probablemente estemos utilizando la misma táctica, porque ella ha hecho lo mismo, me trata como a una más de sus alumnas pero con menos interés y atención, claro cómo era de suponer.

—Yo te prometo que la mato Dan, solo déjame y yo me encargo— Dice Claudia discreta mientras asesina a Laura Montés con la mirada

—Que no, eso ya no importa– respondí igual

—Cómo puedes estar tan tranquila, prácticamente jugó contigo y eso me hace enojar.

—No estoy tranquila Claudia, quede totalmente afectada con lo que hizo— y en verdad me afectó, me dolió lo qué pasó, mi cabeza repasa y repasa la situación buscando el porque del mar de problemas que arrastró a mi mente la mujer que ahora se encuentra sentada frente a mí, derramando sensualidad por cada uno de sus poros.

—No debería de afectarte esa ogra, para empezar dudo que tenga corazón— hizo mala cara viendo a la profesora.

—Tal vez no lo tenga— comenté pensativa.

—¿Por qué hay tantas palabras allá atrás?— habló la profesora Montés fulminándonos con la mirada. Me encontraba intentando con todas mis fuerzas reaccionar indiferente ante ella, incluso mi mirada estaba puesta sobre el reloj que esta ubicado arriba del escritorio y no en sus curvas que desgraciadamente siguen teniendo efecto en mí interior.
Pude sentir su demandante mirada sobre mí, logrando hacer que mis piernas flaquearan aún estando sentada.

—Al parecer a las dos señoritas parlanchinas ahora les ha comido la lengua el ratón— dijo paseando su mirada de Claudia hacia mí.

—Si estábamos hablando— contestó Claudia cortante, se que está enojanda y espero que no explote.

—Si, lo note–dijo la profesora Montés levantando una ceja —Pero gracias por repetirlo— soltó con sarcasmo.

—Que bien– volvió a contestar Claudia en un tono que no ocupa palabras hirientes para hacer su función.

—Basta de juegos señorita Hernández. Se puede saber cuál es el tema tan importante que no puede esperar para ser hablado al final de mi clase.

—Bueno, eso es algo que no le incumbe— habló Claudia mientras yo era testigo de cómo se asesinaban con la mirada mutuamente.

—¿Eso cree? Bien, si no me incumbe, agradecería que se fueran lejos de mi clase para que hablen de ese tema tan importante— dijo para después girar en dirección a su escritorio y emprender camino hacia el.

—No puede sacarnos así como así.

—Claro que puedo, así que largo y dejen de quitar tiempo de mi clase. Hay más alumnos en esta aula que si les interesa aprender.

Sobre tu mirada  •|profesora y alumna|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora