No era amor

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—¡Se hace tarde, me voy!– avisé alarmada por la hora a mi madre.

Cruzo la puerta de mi casa y percibo el viento frío chocar con mi rostro, confirmó la hora en mi celular y al analizar los pequeños números, prenden alertas rojas en mi cerebro, sin duda se hace tarde.

Prácticamente corro en dirección al instituto con el tiempo pisando mis talones y mi yo interno maldiciendo por ser tan impuntual.
Llegó al salón y a pasó rápido camino hacia mi banca para caer agotada en ella. La risa de Claudia se presenta al mirarme respirar agitada.

—Deja de reírte de mí estúpida– en vez de dejar de reír lo hizo más fuerte.

—¿En cuanto tiempo llegaste está vez?– pregunta sonriendo.

—6 minutos– respondí con un hilo de voz.

—Mierda como lo haces tan rápido– suelta más risas.
Siempre llego en tiempo récord debido a que siempre se me hace tarde.

Logró calmar mi respiración y miro sería a Claudia, mi cara hace que su sonrisa se desvanezca poco a poco.

—¿Que pasa?– me mira confundida.

—Hay algo importante que debes saber.

Tengo que contarle lo de Luisa pero el miedo a su reacción hace que mi lengua permanezca inmóvil, Claudia asiente en señal de que continúe.

—Hoy quedé con Luisa para ir a comer– hablé con pocos nervios. Se llevó una mano a la cara haciendo que su palma choque con su frente, duró pensando unos momentos y después elevó su vista hacia mi.

—Dan, tú sabes que yo no confío en ella pero es tu decisión y siempre te apoyaré– hizo una media sonrisa –sólo cuídate ¿si?.

Aseguré que me cuidaría, le di una sonrisa sincera pues hablando de amor por más que intentes esquivar sufrimiento terminas dañada. Lo que hubo entre nosotras fue una obsesión inexperta por mi parte y un enamoramiento aterrado por la de Luisa, jamás entró la palabra "amor" y eso es algo que con el tiempo descubrí. Cuando realmente amas a alguien jamás dejas de hacerlo, con Luisa fue doloroso si, yo pensaba que la amaba pero pasaron los meses y en algún momento que llegó a cruzar por mi mente su imagen, mi cuerpo desbordaba un sentimiento nada grato, eso no sucede si sientes amor hacia cierta persona, es imposible odiarla.

Pasé de clase en clase mirando como las manecillas del reloj avanzaban sin tener compasión hacia mi, la hora de ver a Luisa se acercaba junto con ella las ansias de salir corriendo y dejarla plantada.

Caminaba despacio hacia la salida mientras Claudia me contaba divertida un anécdota reciente que tuvo con Mauricio, ¿lo recuerdan? Pues al parecer congeniaron bien y ahora son novios. Agradezco todos los días que despierto a Mauricio por ayudar a evitar el mismo sermón de Claudia todos los días quejándose de su soltería, en efecto es algo que no extraño.
Cuando doy el último paso para salir del instituto lo primero que veo es a Laura Montés platicando sonriente con Gabriela, la sonrisa que antes se encontraba presente en mis labios fue borrada por los celos, últimamente las he visto muy juntas y eso logra que yo quiera romper la cara de las dos. A pesar de la furia que pueda sentir en este momento por desgracia no puedo ni siquiera reclamar, es más ni debería sentir celos, pero los siento, siendo que no somos nada. Mierda "no somos nada" tres palabras que lastiman más que un puñado de navajas siendo arrojadas a mi piel, aunque me arda el pecho en solo pensarlo es la triste realidad, todas las noches en las que la profesora Montés visitó mis sueños, miradas profundas y sonrisas perfectas habitaran solo mis recuerdos e ilusiones.

Sobre tu mirada  •|profesora y alumna|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora