Nuevo comienzo

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Completamente aturdida hago un malabar para alejarme de sus dulces y adictivos labios, siento su lejanía como una helada sobre mis huesos, me es imposible continuar sobre sus brazos pues muy en el fondo de mi consciencia quedaba rastro de el recuerdo de Luisa afuera de los baños esperando para irnos.

—Espera un segundo– hablé mirándola agitada recargada en la pared.

—¿Que pasa?– contestó de la misma manera.

—Luisa está esperándome afuera– al escuchar el nombre su expresión cambió drásticamente.

—Que importa– dijo acercándose de nuevo.

—Va a entrar a buscarme– hablé sobre sus labios, la advertencia pareció no importarle pues me besó con más fuerza. Mi cerebro no me ordenaba a separarme de ella, incluso me exigía meterla a un cubículo ahora mismo... pero mi razón obligó a que la reacción actuará. Con fuerzas inexistentes la tomé de los hombros para separarla completamente de mi.

—Cuando nos vea besándonos ¿qué le diré?.

—Que no aguantábamos un día más sin hacerlo– contestó convencida logrando prender un rubor en mis mejillas.

—Basta, hay que salir.

—¿Quieres salir, estás segura?– susurró haciendo a su aliento caliente chocar con mis labios nublando mis objetivos.

—No, pero debo hacerlo– escuché un bufido de su parte.

—De acuerdo salgamos– dijo resignada. No sé si alegrarme por convencerla o entristecer por dejar en estas cuatro paredes el momento que se ha encargado de inyectar una dosis de alegría en mis venas, por desgracia no es el momento ni el lugar.
Giré en dirección a mi reflejo apreciando algo diferente en mi, ninguna idea indaga por mi mente de qué es lo que sea, no logró descifrarlo, pero me gusta, comencé a acomodar mi ropa y cabello, borrando rastro de la situación bochornosa ocurrida anteriormente.

Busco en el espejo la imagen de Laura, al verla con media sonrisa en los labios mirándome perdida un cosquilleo recorre desde mis piernas hasta mi pecho.

—¿Qué sucede?– preguntó tímida.

—Lo siento, me perdí– contestó avergonzada, se miró en el espejo pasando su dedo índice abajo de su labio inferior limpiando el labial que se encontraba fuera de zona –¿quién se perdió ahora?– dijo burlándose de mi mirada  penetrante.

—Saldré yo primero– ignoré su pregunta.

Emprendí camino a la puerta, pero justo antes de que lograra atravesarla sentí unas manos tomarme de la cadera haciendo chocar mi espalda con su pecho.

—¿Te vas sin despedirte?– preguntó sobre mi oído.

—Hasta luego– bromeé. Sus manos se alejaron de mi cintura, deje de sentir su respiración en mi nuca, giré hacia ella, mis ojos buscaron los suyos pero no era una búsqueda correspondida, su mirada estaba por los suelos y su pensamiento en un lugar indescifrable para mí.

Sin poder resistir un minuto más me lancé a sus labios tomándola por sorpresa.

—Hasta luego

—Hasta luego– sonrió.

Al empujar la puerta del baño mis ojos viajaron directo a Luisa esperándome en la mesa, caminé dudosa hacia ella, mi mente insegura juraba que se notaban sus caricias.

—¿Nos vamos?– pregunté al llegar junto a ella dando un ligero apretón sobre su hombro.

—Si– contestó con una sonrisa.

Sobre tu mirada  •|profesora y alumna|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora