Quiero ser tuya...completamente

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Mientras una Cora extremadamente furiosa y estresada gritaba a todos los empleados que se encontraba por el camino, por los pasillos del castillo, Regina salía a escondidas de su cuarto para dirigirse a la salida.

«¡No vuelvas tarde, hija!» Ella se viró inmediatamente para quién hablaba. Gracias a Dios era su padre. Enseguida suspiró aliviada «No le gustará mucho» dijo con una pequeña sonrisa

«¡Está bien, gracias papá!» respondió ella sonriendo para después salir despacio, rumbo al bosque.

Al llegar, vio que su rubia todavía no había llegado y entonces bajó de su caballo, y se sentó en una piedra. Esperó, esperó...y ni rastro de su amada. Entonces, después de tanto esperar, se dirigió a Flecha para volver a casa tristemente, ya que casi estaba oscureciendo.

«¿Regina?» gritó Emma jadeante, corriendo hasta ella y abrazándola «¡Perdóname mi amor! He venido lo más rápido que he podido, pero mi madre me hizo quedarme probándome vestidos para un baile que tendremos dentro de poco, y no podía decirle que estaba desesperada por venir, si no ella iba a sospechar!» dijo la rubia de un tirón, mientras la abrazaba.

«Está bien, amor, no tuviste elección» dijo Regina separándose y mirándola.

Rápidamente Emma la besó desesperadamente y aferró su cintura con fuerza. En respuesta, Regina puso sus manos en la nuca de la rubia, acariciándola. Rostros en sincronía, lenguas opuestas viajando en sus bocas, iniciando una batalla entre ellas, mientras sus labios se apretaban, intentando absorber todo el sabor dulce que tenían. Mientras, un fuego se encendió dentro de ellas, que las hacía desear más y más, pero el aire era mucho más necesario, entonces se separaron unos centímetros.

«¡Estaba muriendo echándote de menos...!» dijo Regina con una mirada locamente enamorada

«¡Si de echar de menos se muriera, yo ya estaría muerta!» dijo Emma mirando los intensos ojos marrones, haciendo que Regina se sonrojara enseguida.

«Tengo que irme...pero ni imaginas mis deseos de quedarme» dijo la morena al cabo de unos segundos

«Me lo imagino, pues es el mismo intenso deseo que tengo yo de que te quedes...» dijo Emma en tono triste.

Rápidamente Regina colocó sus dos manos en las mejillas rosadas de la rubia y las acarició con el pulgar, mientras Emma ponía las suyas encima de las de su amada acompañando el roce y cerrando los ojos ante el contacto.

«¡Tengo una idea!» dijo Emma abriendo los ojos

«¿Qué idea, Em?» preguntó curiosa Regina

«¿Y si...esta noche nos encontramos aquí para compensar la tarde perdida...?»

«Pero y mi madre...y tu familia...»

«No necesitan saberlo...podemos venir a escondidas y regresar antes del amanecer...por favor Re...» suplicó Emma mirándola esperanzadamente

«Está bien...lo voy a intentar...pero tendré que salir tarde, cuando mi madre esté en un sueño profundo, solo así no se despierta»

«¡Perfecto! Yo preparé todo hasta que llegues»

«¿Preparar todo...? Emma solo teniéndote a ti y el calor de tu cuerpo ya es perfecto»

«Pero es una sorpresa que quiero hacer especialmente para ti» dijo Emma abrazándola por la cintura.

«¡Cuántas sorpresas, Em...!» dijo la morena regalándole una larga sonrisa

«Nada que no te merezcas» dijo la rubia dándole un suave beso

Tuya, hoy y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora