Jamás renunciaré a ti

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POV Emma

Después de recibir aquella carta de mi Regina, lo primero fue derrumbarme al decirme que su madre había descubierto lo nuestro. Pero después de leer el final, las lágrimas comenzaron a descender por mi rostro...¿cómo puede encerrarla y obligarla a casarse con mi hermano? Eso es terrible...Comencé a sollozar al ver que lo que al final decía sonaba a despedida. Me preguntaba cómo podía ella rendirse tan fácil, pero sabía que ella conocía bien a su madre y seguramente no se ganaría nada luchando contra ella, entonces solo me tiré en la cama, sin dejar de llorar desesperadamente.

"¿Y ahora qué voy a hacer? No puedo vivir sin ella...Sin sus cariños, sin su amor, sin su sonrisa, sin...sin..." Pensaba y lloraba de nuevo. Así pasé toda la noche hasta caer, en algún momento, en el sueño.

Cuando amaneció, fue una tortura abrir los ojos, ya que me ardían de tanto que había llorado, y así me lavé y me arreglé en un total estado de desánimo y tristeza, sin dejar de pensar que en ese día ya no vería al amor de mi vida. Cuando bajé a desayunar, ya estaban todos en la mesa, entonces me senté y me quedé jugando con el tenedor, ya que no tenía ganas de comer. Graham, en cambio, era lo opuesto a mí, estaba sonriendo y a carcajadas con mi padre. Eso me extrañó, ya que nunca había visto a mi hermano tan feliz y sonriente, diciendo que había encontrado un lobo enorme en el bosque y que estaba detrás de él desde hacía días, pero que no lograba cazarlo y que no pararía hasta conseguirlo.

"¡Genial! Antes era un jabalí, ahora es un lobo...¡Qué interesante!" Pensé irónicamente

«¿Por qué estás tan callada, hermanita? ¿Te comió la lengua el gato?» preguntó él y poniendo enseguida una asquerosa sonrisa

Tras eso, me levanté de la mesa y salí al jardín a tomar aire. No estaba de humor para comenzar una guerra de palabras con mi hermano. Me senté en uno de los bancos de allí, y me quedé admirando la bella fuente que había en mitad del jardín, nunca había reparado en lo bonita que era. Al cabo de un momento, las lágrimas comenzaron a caer de nuevo porque a esa hora ya me estaría encontrando con mi morena, pero ya no podría estar con ella de nuevo.

«Hola, hija...» dijo mi madre acercándose y sentándose a mi lado

«Hola...» dije enjugando mis lágrimas rápidamente para que no se diera cuenta

«Es bonita, ¿no?» dijo mirando hacia la fuente

«Sí...lo es...» dije con una triste sonrisa

«Emma...sé que no estás bien...eres mi hija, ¡te conozco! Pero...está bien si no quieres abrirte a mí...entiendo, pero quiero que sepas que siempre voy a estar aquí para ayudarte, ¿está bien?»

En ese momento tuve deseos de echarlo todo para fuera, hablar todo de una vez, sobre mí y Regina, sobre nuestro amor, nuestros encuentros...pero me dio mucho miedo...miedo de que no lo aceptase, porque quería mucho a Regina de nuera, pero no con su hija sino con su hijo. Podría dejar de mirarme igual, me quedé con tantas dudas y miedos que entré en pánico y solo me quedé en silencio, aguantando mis lágrimas que se empeñaban en caer.

«Mamá...cuando tú eras una ladrona y papá un príncipe, ¿cómo hicieron para que todo saliera bien? Quiero decir, ¿cómo consiguieron estar juntos sabiendo que teníais que enfrentar tantos obstáculos?» pregunté al cabo de un momento

«¿Sabes? Él me mandó una carta para que fuera a verlo al castillo, y después huimos juntos, pero el Rey George lo descubrió y me amenazó para que le confesara a tu padre, mirándolo a los ojos, que no lo amaba, y así lo hice, y no sufrí tanto en mi vida...»

Tuya, hoy y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora