Voy a revelar todos mis secretos

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Solo era el segundo día de Ruby como invitada en aquel castillo, pero ya se sentía en casa y cómoda con la presencia de Emma y de todos. Todavía estaba débil en la cama, pero el día anterior había trabado amistad con Emma y Snow, que la recibió con los brazos abiertos, cosa que la hizo muy feliz. Tan pronto como se despertó, miró inmediatamente para el profundo corte en su barriga, y al levantar la blusa, vio que la barriga estaba completamente lisa, sin ningún arañazo. Ella sabía por qué, su abuela le había revelado ese secreto antes de ser raptada por aquella "bruja". Todavía tenía muchas preguntas que hacerle a su abuela, pero no tuvo tiempo para ello. Tenía miedo y se sentía insegura con eso. Principalmente en luna llena, y mientras pensaba en ello, paseaba la mirada por el cuarto buscando su capa roja, y al encontrarla en una silla, se levantó y la cogió. Después de ponérsela, volvió a la cama, pues todavía sentía un inmenso dolor de cabeza y todavía no podía recordar quién era la mujer que secuestró a su abuela.

«¡Buenos días! Te traigo el desayuno, por si quieres...» dijo Emma sonriendo, abriendo la puerta con la espalda, cagando en sus manos una bandeja.

«Buenos días...Gracias, Emma...claro, ¡estoy muriendo de hambre!»

«¿Y cuándo no tienes, saco sin fondo...?» bromeó la rubia, colocando la bandeja en el regazo de Ruby

«Es verdad...¡ni sé cómo todavía mantengo la línea!»

«Ahh...no sé, no...¿es impresión mía o tu cara está más rellenita que antes?»

«¿Qué?» preguntó ella asustada y rápidamente estiró el brazo para coger un pequeño espejo que estaba sobre la mesita de noche. «¡Ay...payasa! ¡Casi me matas de un susto!» dijo la morena, suspirando de alivio y dándole una leve palmada en el brazo a Emma que no hacía más que reírse.

«No me creo te lo hayas creído...¡cómo te importa tu apariencia, ¿no?» preguntó Emma mientras reía y se sentaba a su lado, en la cama

«Claro, tengo autoestima, querida...al contrario que tú que solo sabes usar esos vestidos...» dijo Ruby mientras comía y sonreía

«¿Qué tienen de malo mis vestidos? Me encantan y creo que me quedan muy bien, querida, al contrario que algunas personas que hasta duermen con una capa roja...

«Ja...ja...Muy graciosa...» dijo y Emma sonrió «Es que...mi abuela me la regaló...y la capa me recuerda mucho a ella...» dijo la morena después de un tiempo, al ver que Emma esperaba una respuesta. La usó como disculpa, lo que por una parte no dejaba de ser verdad, pero aún no confiaba en la rubia lo suficiente como para contarle un secreto tan peligroso.

«Ah...discúlpame, Ruby...solo estaba bromeando»

«Hey...¡no pasa nada! ¡Sé que estabas bromeando, idiota!» dijo la morena mirándola y sonriendo. Al escuchar eso, Emma también la miró y sonrió.

«Estoy feliz de que nos hayamos hecho amigas...realmente necesitaba a alguien con quien hablar...»dijo la rubia mientras la otra todavía comía

«¡Confieso que yo también! Tuve suerte de que me encontraras tú, Emma»

«Pensé en dejarte desmayada en aquel suelo, mientras sangrabas sin parar, pero sería mucha crueldad por mi parte...» bromeó Emma, empujando el hombro de Ruby levemente, mientras estaba se reía «Hey...¡también había traído comida para mí!»

«Ah, no...¡tengo más hambre que tú!»

«No, no, ¡quiero ese pedazo!» dijo la rubia intentando coger el pedazo de paste de la mano de Ruby que levantaba los brazos para que ella no alcanzara «¡Ruby! ¡Dame! ¡Yo también QUIERO!» dijo ella de nuevo, esta vez desistiendo de cogerlo, cruzando los brazos y poniendo morros.

Tuya, hoy y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora