Tuya, hoy y siempre

Mi primera y única morena

POV Emma

Tan pronto como llegué a casa, después de pasar una maravillosa noche de cariños y risas con mi amor, sencillamente caía dormida en la cama de lo cansada que estaba.

«¡Hija! ¡Despierta! ¿Hasta cuándo vas a dormir Bella Durmiente?» dijo mi madre entrando y abriendo las cortinas, haciendo que entrecerrara los ojos y colocara la almohada sobre mi cabeza, intentado tapar la luz del sol.

«Mamáaa...es temprano...» dije mañosamente

«Si la hora de almorzar es temprano para ti...imagina si estuvieras bajo una maldición del sueño...incluso con un beso de amor verdadero creo que nunca despertarías...» bromeó ella, arrancándome la almohada.

"¡Seguro que con un beso de mi morena yo despertaría!" pensé sonriendo para mí.

«Vamos...levanta, vaga...yo voy bajando, te quiero en cinco minutos abajo...» dijo ella dándome un beso en mi cabeza y saliendo del cuarto.

Cuando salió, me levanté, tomé un baño, y mientras lo tomaba pensé en Regina y lo que dijo sobre aprender magia y que hoy comenzaría las clases. No me gustó nada eso...la magia para mi familia era un mal camino...si todos estábamos unidos era solo por el amor verdadero de mis padres. Pero yo confío en ella y sé que es el único camino para poder estar juntas, pero aún pensaba contárselo a mis padres...¿y si estaban de mi lado? ¿Y si me ayudasen? Pero mi miedo era...¿y si no lo aceptan? No estaba segura y eso me dejada muy afligida. Pero enseguida aparte esos pensamientos y comencé a preocuparme por si mi morena estaría bien con aquel perverso hechicero...salí del baño y me vestí.

Bajé y estaban todos en la mesa, así que me unía a ellos. Mi padre estaba diferente, estaba serio y no dijo una palabra. Me pareció extraño, ya que él siempre bromeaba y preguntaba cómo estábamos mi hermano y yo, y siempre le daba besos a mi madre, que estaba como siempre, pero parecía algo abatida. Pensé que tal vez habían peleado, pero sería la primera vez, porque nunca había visto a mis padres pelear, pero me encogí de hombros...ya lo arreglarían. Graham, como siempre, devoraba la comida y hablaba sobre la caza con la boca llena, lo que era asqueroso, y sonreía alegremente como en los últimos días, y eso me dejó sospechando, pero no le di mayor importancia. Después mi madre dijo algo que yo no escuché, porque estaba inmersa en mis pensamientos, mientras jugaba con la comida.

Después de almorzar, dije que iba a cabalgar un poco. Quería ir al bosque y respirar aire puro, y pensar más en mi amor. Llegué y empecé a caminar por el otro lado del bosque para explorar acompañada de Encantada, que iba detrás de mí.

"¿Cómo estará...le estará yendo bien? ¡Cómo la extraño...solo quiero que esté aquí conm...!" Pensé, pero enseguida salí de mis pensamientos al oír unos gritos a lo lejos.

«¡Socorro! ¡Qué alguien me ayude!»

Al escuchar eso, corrí hacia el lugar de donde venían los gritos y me detuve al ver a una muchacha morena de ojos claros, con una capa roja. Tosía sin parar, estaba toda llena de cenizas y sangrando.

«¡Oh, Dios mío! ¡Estáis bien!» pregunté acercándome a ella y tocando su rostro para mantenerla despierta, pues estaba cerrando los ojos y susurrando "¡Ayudadme...!" antes de desmayarse y caer al suelo.

«¿Y ahora qué hago? ¡Tengo que llevarla al castillo! Está muy herida...» pensé en alto, cogí, con cuidado, su cuerpo, y la puse sobre Encantada, monté deprisa y apoyé su cuerpo en mí y cabalgué rápido hacia el castillo.

«¡Abran las puertas!» grité a los guardias que protegían la entrada mientras me acercaba. Tan pronto como abrieron, pasé volando con mi yegua, y salté al suelo al llegar. Rápidamente Graham se acercó corriendo, abriendo más las puertas.