Después de unos minutos de la partida de London, me dispongo a salir para regalarle una sorpresa. Me causa gracia que por su mente pasara, tal vez, la posibilidad que tendríamos sexo, debido a mi actitud y forma de dirigirme a ella. Deseaba probar que su conexión conmigo no solo es sexual, simplemente que va más allá.
Consulto mi billetera para verificar que traigo conmigo las tarjetas de crédito.
—Bien, está todo perfecto —digo, al cerciorarme que no me falta ninguna.
Camino por la avenida para comprar los detalles de la sorpresa que le haré con mi supuesta lista mental de posibles cosas románticas. Mi romanticismo está en una caja empolvada dentro de mi corazón que hoy estoy dispuesto a abrir y desempolvar.
—¿Qué podría hacerle? ¿Una cena? Pero ¿De qué la haría? —Pienso en voz alta—. Sinceramente soy malo para esto.
Me dispongo a llamar a la única persona que conozco que es un experto en el tema. Saco mi celular de mi chaqueta y marco su número. Él me responde al primer timbrado.
—Random —suelta al otro lado de la línea.
—Frank, ¿tienes tiempo para hablar? —Espero su respuesta, mientras miro a una mujer con vestido rosa llevando su perro chihuahua en un coche de bebé, adentrándose a una boutique de ropa.
¿Cuál es esa manía de llevar perros de esa forma?
—Sí, solo un par de minutos, porque debo abordar el avión de regreso.
Si está de regreso, de seguro, llega mañana en el día.
—Llegas mañana, ¿verdad?
—Sí, y date prisa ante lo que quieras decirme o preguntarme, porque sé que por cerciórate de que mi llegada no me llamaste.
—Quiero hacerle una cena a London, pero...
—Así que vamos en serio —interviene.
Está en lo cierto... posiblemente. Después de Iskra, había perdido el interés en el amor, en la ilusión y las ganas de tener a alguien a mi lado respirando mi aire más allá que solo una noche, sino para toda la vida. Lo deseaba aplazar, porque cuando un hombre llega recién a los cuarenta es cuando empieza a sentar cabeza, tal vez, para ese momento habría estado curado de las penas de un amor pasado. Solo que ahora mi corazón late por alguien, tengo veinticuatro años y ese amor del pasado está empezando a sanar si London está cerca.
Me gusta sus ocurrencias, su mirada tímida, su sarcasmo mal elaborado, la forma en que me hace trabajar por cada sonrisa, sobre todo ese corazón suyo que la mete en problemas por querer ayudar a los demás.
—Déjame hablar —le exijo.
—Está bien, Romeo, expresa tu romanticismo. —Se ríe—. Te escucho.
—Necesito que me ayudes con más ideas que no sea solo una cena.
—Entonces, anota.
Topo mis bolsillos y no tengo con qué. Veo una banquilla cerca de un quiosco de dulces, me acerco y me siento ahí.
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London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]
Romance[ADVERTENCIA: Debes leer Random para poder leer esta parte.] London era un chica buena: No rompía ningún plato en su casa, tampoco en la calle. No bebía. No fumaba. No salía de fiesta. Era cari...