Capítulo XXXVII: Destrozado

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Al regreso de hacer las compras con Amy me sorprende la tranquilidad de la casa

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Al regreso de hacer las compras con Amy me sorprende la tranquilidad de la casa. Pensé que London para estas horas estaría despierta y me la encontraría en la sala, pero asumo que debe seguir en nuestra habitación.

—Vamos, Amy. —La aliento a que me acompañe a la cocina para prepararle sus galletas con mermelada de mora que exigió que le comprara—. Déjame guardar esto en sus respectivos lugares.

Al cabo de un par de minutos cada cosa se encuentra en su sitio, mientras Amy me observa sentada en el taburete con respaldo en la cual la senté. Le preparo aquello por lo cual aún se mantiene aquí viéndome. Con una gran sonrisa toma el plato de plástico en sus manos y va directo a la sala a sentarse en el sofá a comer.

—Emma —digo, en un tono de voz lo suficiente alto para que me escuche llamarla en cualquier lugar de la casa donde se encuentre.

No responde.

No me gusta dejar a Amy sola así que, vuelvo a intentarlo—: Emma.

Sigue sin responder.

Voy hacia a Amy, me arrodillo para que pueda verme y saber que lo voy a decir es algo que debe acatar y obedecer sin negación alguna.

—Amy, te quedas aquí que tu tío va a ver a cómo está su chica. —Asiente, llevándose un trozo de galleta a la boca. Le sonrío. Antes de que pueda ser capaz de levantarme limpio con mi dedo en su mejilla un poco de mermelada que se ha alojado ahí.

—¿No está mami? —Soy sorprendido con su pregunta justo antes de darme la vuelta para ir al pasillo por donde está la habitación.

Volteo para verla.

—Ella debe estar en el patio. —Aseguro sin estar claro en eso. Esa es la única razón por la cual aún no se encuentra aquí a su lado. El patio es el único lugar extenso donde es difícil escuchar algún ruido que provenga de la casa. Y Conociendo a Emma debe estar haciendo yoga.

Sonríe.

—No me voy a mover de aquí —dice, recordándome mi orden hacia ella antes de ser sorprendido por su pregunta.

—Así es princesa. —Le guiño un ojo.

Sonríe divertida por mi gesto.

Emma, dónde estás.

Echo un vistazo a mí alrededor para ver si aparece, pero nada. Me apresuro para ir donde London y no perder tiempo así reduzco mi ausencia de Amy. Cuando estoy a punto de abrir la puerta. Mi móvil suena. Veo en pantalla que es Frank. Contesto enseguida, pensando que no me lleve más de dos minutos saber qué quiere.

—Hola, Frank —me adelanto en decir.

—Random, ¿te encuentras bien? —En su voz hay una clara señal de preocupación.

—Sí, ¿por qué estaría mal? —Suelto una risa corta.

Decido ingresar a la habitación.

Al abrir nadie me prepara para lo que veo.

London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora