Cabe la remota posibilidad de todo lo sucedido ayer fuese nada más que un sueño, pero no. Su te quiero, y después de eso todo un día de evitar cruzar una palabra con Emma, fingiendo que las cosas entre las dos se arreglaran por alguna razón sé que será difícil aquello. Estiro mis brazos en la cama, sabiendo lo vacía que está sin él.
Desperté sin su presencia.
Tal vez esté fuera, me dije.
Sin embargo, logro divisar sobre la mesita de noche una pequeña nota con una caligrafía hermosa y estiro mi mano para cogerla.
Mi te quiero,
No te desperté, porque sospecho que estás muy cansada para acompañarme a realizar unas cuantas compras para la casa. Si por mí fuera estuvieras en mi cama todo el día. Y antes que protestes tengo dos razones importantes que sustentan aquello. La primera es que debes cuidar de nuestro hijo o hija, bueno me gustaría un varón y la segunda es que envuelta en mis sábanas negras con tu piel desnuda te ves tan tentadora que complacería todos tus deseos carnales.
Tuyo, Random.
—Tuyo. —Replico la penúltima palabra en la nota al tiempo que siento revolotear mi corazón con el eco de mi voz.
Tuya.
—London, ¿puedo pasar? —La voz de Emma me saca de mi ensueño. Golpea con insistencia la puerta.
Me debato entre un no y un sí, pero es inútil, porque es mejor de afrontar la situación en la que me estoy envuelta con ella a tiempo. Exhalo. Devuelvo la nota en el mismo lugar que la cogí.
—¿London? —insiste.
El suave roce de las sabanas a mi piel me recuerda lo desnuda que estoy. Miro alrededor por algo de ropa hasta que al final de mis pies veo una camisa de Random. La tomo y me lo ubico tan rápido como puedo.
—Adelante —digo, antes de siquiera poner un pie fuera de la cama.
Y tampoco lo necesito cuando la puerta es abierta, dándome cuenta que Emma ingresa cargando una charola con algo de comida. El solo olor estremece mi estómago en un rugido. Enderezo mi columna vertebral. Retrocedo, ubicando mi espalda en la cabecera de cama. Atraigo conmigo la sábana para cubrir mis piernas ya que la camisa no cumple con esa función. Estudio la expresión cordial de Emma en su rostro la cual me sorprende. Sonríe de una manera agradable.
—Te traje esto para que desayunes. —Ubica la charola sobre la cama, sentándose en el proceso—. Espero te guste.
La miro y me limito a asentir.
Un ceño fruncido momentáneamente arruga su frente, antes de que su expresión se vuelva a la relajada y neutral que tenía desde que ingresó.
Vamos di algo, London.
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London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]
Romans[ADVERTENCIA: Debes leer Random para poder leer esta parte.] London era un chica buena: No rompía ningún plato en su casa, tampoco en la calle. No bebía. No fumaba. No salía de fiesta. Era cari...