Capítulo XXIV: Últimas horas

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No puedo explicar cómo he terminado en todas estas mentiras.

Embarazada de Dean.

Él deseando un compromiso.

Él queriendo ser un buen hombre para mantenerme a su lado.

Sin embargo, el acuerdo ha terminado. Soy libre. Tengo un millón de dólares en mi bolsillo y el otro ha cancelado mi sentencia de muerte. Soy libre, agradecida de terminar con todo este infierno. El infierno a un mundo que oculta la prostitución en su decadente forma de explotar la voluntad de una mujer.

Me gustaría ser capaz de sonar racional y dar un paso fuera de esta habitación. Todo ha terminado. Y hoy es la última noche en la mansión de Dean. La última. Y es que siento esas ganas —después que termine todo esto—, de ir a mi apartamento, agarrar lo necesario para sobrevivir y partir lejos.

—Señorita, ¿está lista? —La voz de Sara al otro lado de la puerta me alerta.

Me miro por última vez en el espejo que ha comprado Dean para que viera mi apariencia antes de ir a sus famosas cenas de trabajo. No me gustaba ir, porque había estado presentándome como su novia y, uno que otros comentarios sueltos, como su futura esposa. Debía de estar loco si pretendía que por estar atada a él, lo querría o soñaría a su lado una mejor vida por todo el dinero que poseía.

Cuento los segundos para liberarme...

—El señor la espera. —Golpea, Sara, la puerta con insistencia.

—Sí, en un momento bajo. —Miro mi imagen, nuevamente. El vestido negro ajustado y largo con incrustaciones de diamantes en la tira de los hombros me parecía un regalo muy exagerado de despedida, pero para Dean sería como un obsequio más—. Estoy acomodándome el vestido.

Escucho sus pasos alejarse de la habitación. Miro mi cintura que sigue fina, ni siquiera nadie podría notar que estoy embarazada. Un bebé de él, del hombre que se encuentra atrapado en una habitación de hospital, del hombre que tal vez ni desea ser padre, del hombre que forma parte del mundo que deseo liberarme y lo haré.

El único que sabe la verdad es Frank. Antes de ver por última vez a Random, él había ingresado a la habitación de sorpresa y había escuchado mi confesión. Le hice jurar silencio. 

Estoy tan inmersa en el recuerdo reproduciéndose en mi mente que no oigo cuando la puerta es abierta, ni soy capaz de retener mi sorpresa cuando veo a Dean reflejado en el espejo detrás de mí.

—London, cariño, esta noche te tengo una sorpresa de despedida. —Mi piel se eriza, escucharlo decir cariño me da asco. Tal vez, otra mujer en mi lugar estuviera babeando por el hombre rubio y atractivo detrás de mí que dice palabras tiernas, pero yo simplemente quiero deshacerme de él lo más rápido posible.

Sin embargo, desde que el día que se había enterado de mi embarazo no había intentado volver a tocarme —cosa que agradezco— aun así, lo hacía de otras formas. Sus atenciones, obsequios, sus abrazos repentinos con carga de ternura, sus besos dulces y su dedicación por obtener de él todas sus atenciones. Puede ver sus ojos en el espejo que se iluminan como los de un hombre enamorado. ¿Enamorado de mí? O ¿Enamorado de la idea falsa de creer que va a ser padre?

—¿Y cómo va mi hijo? —Sus manos se mueven ágilmente hacia mi vientre. Así como su movimiento rápido me toma por sorpresa de la misma manera me aparto de él, deshaciéndome de su agarre.

Lo encaro.

—¿Tu hijo? —Cuestiono con ironía— Sabes que no es tuyo —le recalco.

Su expresión cambia de suave a seria. La que va muy bien con su traje negro que le da poderío y aplomo. Estoy solo a pocos centímetros de él, que sería fácil recibir algún golpe por su parte como la primera vez que mis pies tocaron su hogar. Sus manos se empuñan, pero al ver que me doy cuenta deshace su acción. Vuelve su expresión delicada, vuelve su expresión de hombre enamorada y parte de mí siente un alivio. No puedo arriesgarme a causarle daño a esa pequeña vida que llamaré hijo.

No, no estoy siendo frágil. Solo estoy resguardando mis prioridades. Mi bebé.

—Bueno, es mejor que me marche de aquí. —Mira hacia la puerta—. Te espero en el pasillo cerca de la escalera antes de ir al salón

—¿Al salón? —Suelto— Se supone que mi despedida es solo una cena entre los dos.

Mis palabras llaman su atención. En su rostro se asoma una sonrisa suave y lasciva. Camina hacia la puerta y antes de salir, dice:

—Creo que esta noche habrán más invitados, mi vida.

¿Y ahora me llama vida?

*Segundo capítulo del maratón :)

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*Segundo capítulo del maratón :)

*Ya sé que son cortos, pero todo tiene un objetivo.

London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora