London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]

Capítulo XXXIV: Desnuda

Me gustaría ser capaz de sonar racional cuando explico cómo Dean me ha afectado, como me sigue afectando, pero no puedo. ¿Sabes cuán duro es mirarte a ti mismo en el
espejo cuando detestas absolutamente a la persona que te mira fijamente al otro lado?

Pero Random está aquí siendo mi contención, y por más que quiera hacerme la ciega... estamos arruinados.

Desde el día en que nos vimos, lo que hice, lo que se impulsó hacer, mi sacrificio, su astucia por jugar a ser mi dueño, mi indecisiones, mi jugada, mi tracción, sus intenciones de jugársela por mí... todo, absolutamente todo nos arruinó.

—Ven. —Toma mi mano, me guía cuidadosamente hacia el pasillo.

Salimos a la sala. Miro de lado a lado disimuladamente para verificar que Emma no esté cerca.

—Está en el patio. —Interrumpe Random. Lo miro sorprendida, ¿Desde cuando me conoce tanto?

Yo apenas sé cuando su rostro expresa lujuria. Asiento. Me sigue guiando a otro pasillo alterno que no había visto antes. Aquel conduce hacia una sola puerta al final de éste.

—Este es nuestro destino. —Abre la puerta de madera igual a las otras, pero antes de ver en su interior sé que para que Random esté emocionado debe ser especial.

Un paso.

Un paso en el interior me basta para apreciar una enorme habitación. Soy cegada por la luz que ingresa en la enorme ventana corrediza que da hacia una piscina en las afueras y por el color blanco que predomina en el sitio.

Aclara mi visión cuando soy capaz de ver que hay un sitio en una esquina de la habitación con un caballete, cuadros sin pintar arrinconados en el suelo y acuarelas que descansan sobre una mesa.

—Vamos a ducharnos. —Se posiciona frente a mí, obstruyendo visión total del lugar.

Asiento.

En otro tiempo, podría jurar que decir esa frase la lujuria en sus ojos se encendía, y ahora no veo nada.

—Espera, voy a ensuciar el piso —digo, fijando mi mirada al suelo resplandeciendo en blanco.

—Bueno, tendré que hacer algo para que no lo ensucies.

Sin tener oportunidad de alzar mi mirada, me carga entre sus brazos. Sujeto rápido mi agarre a su cuello.

—Ves que se puede solucionar. —Me mira, fijando una dulce sonrisa en sus labios.

—Sí. —Sonrío.

Su aroma se impregna en mi respiración. Cierro mis ojos, lo siento caminar hasta que finalmente el sonido de una puerta siendo abierta me alerta. Ingresamos a un baño muy espacioso.

La particularidad del lugar no solo es su ducha con cerramiento de cristal también lo es el color negro que bordea cada espacio del entorno desde el piso hasta los accesorios de baño.