Capítulo XXVI: Huida

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—London, Cásate conmigo —dice Dean, en voz alta, asegurándose al menos que la mayoría de los invitados puedan escuchar su afanada proposición.

Desconecto mi mirada de él. Es imposible lo que me pide, y más cuando no le he dado motivos para hacerlo. En un intento de desaparecer de todo lo que me está ocurriendo, miro hacia el suelo sintiendo mi seguridad —que hace minutos la tenía en mi total disposición— escaparse y desvanecer en el murmullo de los asistentes que esperan una respuesta.

—No. —Dejo libre mi pensamiento, mientras alzo mi mirada para asegurarme de que existan pocas personas obstruyendo mi paso ante mi eminente y palpitante desesperación escapatoria.

—¿Qué dices? —cuestiona Dean, con algo de severidad.

Su actitud me llama la atención de inmediato. Es una alarma, es sencillamente, la señal de que el Dean agresivo está por aparecer. Y es por ello que no me sorprendo cuando siento sus manos en mi mandíbula, obligando mi rostro a estar frente al suyo. Su expresión es gélida.

—Mi amor, creo no haber escuchado tu respuesta. —Sonríe con total hipocresía—. ¿Puedes decirla?

Acerca su rostro al mío para —en forma dulce— depositar un beso fugaz en mi mejilla. Se vuelve y mira hacia los invitados. En un chequeo rápido puedo ver que mantiene la caja con la sortija aún agarrada de su mano. Un anillo con cristal rojo. Sabiendo sus gustos caros y derrocamiento del dinero podría jurar que ante mí se encuentra la presencia de un rubí.

Su distracción me hace tomar fuerzas y agarrar ambos costados de mi vestido para alzarlo en una misión de no tropezar con la tela cuando empiece a huir lejos de aquí. Respiro de manera controlada para ser capaz de no dejar que mis nervios me controlen. No más.

—No, lo siento. —Es mi respuesta. Suficientemente clara y vocalizada para que él la escuche, y también una que otra persona que se encuentra al final de los escalones lo haga.

Es tarde... demasiado tarde cuando él quiere voltear a verme, porque mi voluntad ha ganado y soy capaz de bajar los escalones sin mirar detrás de mí.

Vamos, London, no te puedes rendir.

—¡London! —grita Dean con ferocidad.

No, no me detengo.

Paso entre la gente que murmura y mira con sorpresa, y hasta desprecio. Relativamente soy la malvada que deja a su potencial prometido en ridículo en la fiesta de compromiso, todos podrían verlo así. 

Sin embargo, ellos no saben que era... así mismo "era" su puta. La mujer que había comprado, cumplido y ahora se aleja de su lado. La cuenta está saldada y yo espero... espero de verdad tener de ahora en adelante un poco de paz y tranquilidad.

Me desespero por salir, antes de que Dean decida ir por mí en su intento de tener a alguien que nunca ha sido suya y ni lo será. Paso esquivando cerca del bufet, mirando levemente lo que sería el festín para los invitados. Desviando mi atención de aquello, soy incapaz de evitar el tropezarme contra una exuberante morena de senos prominentes de vestido amarillo, ignoro su protesta, sigo mi recorrido hasta ver frente a mí la majestuosa puerta abierta.

Estaba aturdida de mi situación antes que ni siquiera me había dado cuenta que mi libertad estaba en esa gran puerta y no muy lejos de mí.

—¡London! —Me siento fuera de órbita al escuchar a Dean cerca.

No, eso no puede pasar.

Me voy con todo a mi paso empujando a uno que otro asistente y cruzo lo que se supone es mi paso a dejar un mundo peligroso atrás. El viento helado me recibe. Tiemblo, pero me niego a parar. Me interno por donde están los carros parqueados y camino a lo largo de la fila que parece interminable. Me había olvidado de lo majestuoso que es el lugar desde afuera al notar que me va a tomar un largo camino estar totalmente lejos de la residencia.

De pronto, siento que mis planes de huida son vagos. No he tomado en cuenta el hecho de que no tengo un transporte a mi disposición, porque no encontraré ningún bus cerca y menos el metro para mi conveniencia. 

Esquivo unos arbustos que obstruyen mi paso cuando de repente siento una mano agarrando la mía. Para cuando decido ver con el pánico de saber quién es, mi respiración empieza a acelerarse. Intento pensar en algo que decir, pero fracaso miserablemente al ver sus ojos azules, sus labios carnosos y su indiscutible porte.

—London. —Me abraza sin previo aviso.

Su voz, su aliento, su olor... su todo está llenándome por completo. Es él, es Random... Sentirlo de vuelta me hace creer que todo es una ilusión y que debo estar muerta. Me separo bruscamente de su tacto y le estampo una fuerte cachetada en su atractivo rostro. Mi mano se siente adolorida, pero la necesidad por descubrir que todo no sea una fantasía lo valía.

—¿Y eso? —Se lleva su mano a la cara masajeando su mejilla.

—¿Eres tú? —Me acerco y acuno su rostro, sintiéndome incapaz de derramar alguna lágrima. Tal vez, porque ya he derramado muchas.

Sus manos se mueven ágilmente hacia mi cintura. Mi cuerpo reacciona por cómo éstas encajan ahí. Es él, definitivamente, es él. No podría estar muerta y sentir que mi corazón vuelve a reactivarse con tan solo ser testigo de su presencia. Sus ojos muestran tristeza, lo sé, aunque sea una de las pocas expresiones que ha dejado desnuda y expuesta.

—Pensé que... —empieza a decir, pero en mi emoción por verlo, rompo su diálogo para robarle un beso. Uno que se convierte en varios sin complejos ni miedos.

Me envuelvo en él. En su delicada forma de acariciar mi cabello, de tomar mi rostro y de su beso final que sella en mi frente que como verso deja una hermosa poesía del mejor de los recuerdos.

Miro al cielo dando gracias. Está vivo y...

—Espera. —Lo obligo a mirarme.

—¿Qué ocurre? —pregunta, y quisiera decirle todo.

Vas a ser padre.

Quiero que esto no sea un sueño.

Tengo miedo de que no quieras a nuestro bebé.

Tengo miedo de tomar la decisión de olvidarte si me fallas.

Te estuve esperando cada día desde tu partida.

Temo a las palabras me ilusioné y me equivoqué.

Y más temo admitir que de verdad te quiero.

Sin embargo, solo salen cinco palabras de mí y no son las que tanto anhelo que sean las primeras en ser escuchadas, pero son las correctas.

—Tenemos que alejarnos de aquí.

—Tenemos que alejarnos de aquí

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*¡Oh, vaya! Solo eso diré. ¡Nah! Es una putada el ilusionarme con alguien, porque me quita inspiración,,, me di cuenta. Y la verdad, no me gusta demorar en actualizar. Así que, seré malvada wuajaja wuajaja ¡Rayos! por ahora, porque estamos a poco de terminar esto...

London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora