Capítulo XVIII: Esclava

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Satisfacer todos mis brutales deseos, esa palabra resuena en mi cabeza

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Satisfacer todos mis brutales deseos, esa palabra resuena en mi cabeza. Solo puede relacionar aquello con el sexo, pues ¿Qué más da? Si ese es el motivo por el cual estoy aquí, entrando a una inmensa mansión ubicada en los Hamptons al este de Long Island en el estado de New York. Estoy lejos de casa, lejos del hombre con el que quiero estar, lejos de mi vida real... pero tengo la esperanza de que esto sea solo una pesadilla de la cual pronto podré despertar.

Ya me imagino en una escena, arrodillada a sus pies, con la vista baja y completamente desnuda, temblando, mientras él querrá acariciar mis tetas hasta que mis pezones se endurezcan por su mero placer.

Bajamos del carro para ir a la entrada donde nos recibe un par de sirvientas con la vista baja. Cruzamos las amplias puertas que son abiertas a nuestro paso. En su interior, la decoración tiene un estilo victoriano combinado con el modernismo de colores neutrales, predominando el negro y blanco.

De pronto, Dean, a mis espaldas, dice:

—En la segunda planta está tu habitación.

No puedo soportar más el silencio del que estaba siendo presa. Deseaba alzar mi voz, tenía que dar guerra, y lo haría.

—¿Y bien? ¿Ahora qué? —digo, petulante, volteándome hacia él para encararlo. Guardamos una pequeña distancia.

Los ojos de Dean dejan de ser hielo para convertirse en fuego enfurecido.

—¿Te he dado permiso para hablar? —sisea.

Tiemblo y veo por primera vez la verdadera naturaleza de Dean.

—Creo que no —continúa hablando, mientras se acerca a mí a paso firme, sorprendiéndome con un movimiento de su mano al tomar mi barbilla entre sus dedos—. No vuelvas a hablar en mi presencia sin permiso. Nunca hagas nada que yo no te haya dicho. Y acostúmbrate... —Deshace su agarre y trago saliva—. Tendrás que obedecer todas mis órdenes con rapidez. Recuerda que yo soy tu amo y tú eres mi esclava.

Enfurezco.

¿Quién se cree que es?

—Nunca seré tu esclava —expreso, exaltada.

¿Es que hasta cuándo haré el papel de estúpida?

Si quiere tenerme, pues le costará. No estoy dispuesta a ceder, y menos a su manera.

Dean me sorprende tomando mi mandíbula con crueldad. Sus ojos llamean. Está molesto, y poco me importa eso.

—¿No has entendido lo qué te mencionado antes? —Me mira con una diversión oscura.

—¿Y qué me vas hacer si no te obedezco? —estallo— ¡Maldito! ¿Qué harás, eh? ¿Acaso golpearme?

Estoy perdiendo la cabeza, ¿es que mi vida no es un asco desde antes? No tengo nada por lo cual aferrarme y luchar. Soy una especie de mercancía que está a punto de ser revisada y probada. El hombre por el cual mi corazón se desespera está en una cama de hospital sin poder despertar y, para cuando lo haga, sabrá que lo he abandonado solo por saldar una deuda.

Tal vez, me perdone. Antes me había hecho saber que no le importaba que fuera de Dean, y eso me mataba, porque me poesía como si fuera solo suya. Y lo soy, hasta ahora.

—¿Quieres probarme? —grita, arrastrando una fuerte bofetada en mi mejilla que me hace caer al suelo.

Toco piso, asustada.

Dean no se inmuta. Su porte muestra soberbia y regocijo. Sin embargo, para cuando me doy cuenta de lo fuerte que se vuelve la situación, él empuña en sus manos mis cortos cabellos arrastrándome por los suelos.

—Suéltame. —Trato de zafarme de su agarre.

—Aprenderás a las buenas o malas, pero aprenderás —asevera, continuando con su cruel arrastre.

Apenas he procesado sus palabras antes de que suelte mi súplica:

—Suéltame.

Pero no, no se detiene y sigue arrastrándome con ímpetu.

No estoy clara en mi mente cuando de repente choco con la escalera que da al segundo piso, golpeando mi cabeza con uno de los escalones continuos. Siento que Dean suelta su agarre. Sin embargo, es tarde para mí, porque se cierne una estela de oscuridad que nubla mi consciencia.

¿En qué estás metida, London?

No puedo cuestionarme nada más, porque mi alrededor se oscurece.

Mi mundo se desvanece.

*¡Buenas noches! Ya sé que el capítulo es corto, pero es necesario para equilibrar los que se vienen

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*¡Buenas noches! Ya sé que el capítulo es corto, pero es necesario para equilibrar los que se vienen. Por cierto, ¡Qué viva la cumpleañera! Ella sabe quién es. Su nombre empieza con E.

*Dulces sueños.

London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora