Capítulo XXIII: Sin ella

8.5K 1K 66
                                    

No registro cuanto tiempo me toma recuperar mi lucidez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No registro cuanto tiempo me toma recuperar mi lucidez. Lo único que sé es que estoy de vuelta a la realidad al ver a Frank acostado en el sofá de la esquina de lo que se supone es mi habitación de recuperación. Un lugar frío, de olor mohoso y poco agradable de estar, aunque tenga una decoración acertada. Una ventana con las persianas desplazada que no había notado antes, cuando despertaba por primera vez, me refleja el tiempo al otro lado de ésta. Es de noche, la luna está en su total esplendor.

Mis manos se aprietan en puños por encima de mi cabeza. Necesito autocontrol de mis próximas acciones, sin embargo algo me dice que voy a carecer poco de esto. Quiero saber de London, es un sentimiento que me oprime el pecho el pensar que no está aquí. La reclamo de más, no soy su dueño. Aun así, me niego a dejar de hacerlo.

La quiero aquí, conmigo.

—Veo que despertaste. —La voz de Frank me indica que no estaba tan dormido como lo creía.

Lo observo, se levanta de su lugar de reposo y se aproxima.

—¿Dónde está ella? —pregunto, con la esperanza de que me diga: Ella está fuera.

Retiro la sábana blanca que cubre mi cuerpo. Esta vez, no tengo ningún aparato incrustado en mi piel que me detenga a hacerlo. Empiezo a levantarme, y Frank intenta ayudarme, pero noto que lo hace con el fin de evadir mi pregunta.

—¿Dónde está ella? —inquiero, sin brusquedad.

—Quieres ir al baño, ¿verdad? —Me mira con nerviosismo— Apóyate en mí para ayudarte.

Ubico mi brazo por su hombro y me ayuda a levantarme con mesura, intentando no lastimar mi herida en el pecho. Recordar que está ahí, me lleva al instante del evento en que Dean aprieta el gatillo y me dispara sin remordimiento. Sus ojos se encontraban perdidos, sin control de su acción, domado por el impulso de desahogar su rencor.

—Responde —exijo, mientras me paro con firmeza. Intento no perder equilibrio, doy una respiración profunda y enderezo mi postura. Discutir con él por una respuesta no me hará llegar a ninguna parte. Por supuesto, es lo que menos quiero, pero no saber de London me atemoriza.

—Con él —responde, tomándome por desprevenido.

Siento una punzada en el corazón.

¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

Él se la ha llevado, ¿La habrá lastimado? ¿Su acuerdo con Dean ha debido ser consumado? El muy imbécil ha debido aprovechar mi tiempo de ausencia para hacer con ella lo que quiera. Y no, no me importa si ha sido suya, porque yo fui el primero y, aunque me niego a creerlo, deseo ser el último.

—Dime, ¿Cuánto tiempo? —Volteo a mirarlo, mientras doy unos pasos con su ayuda a la puerta del baño.

Su mirada es seria, podría jurar que en su frente una gota de sudor se desliza, pero el ambiente está más frío que poco da para que su respuesta a su sudor sea por calor. Es el nerviosismo que lo intenta enmascarar con seriedad.

—No te quedes callado —exijo, al tomar el pomo y abrir la puerta.

—Son más de dos meses, hermano.

Dos meses.

No le presto más atención a él. Me interno en el baño, mirando mi rostro en el espejo del lavadero que refleja mi preocupación por ella. De pronto, y como medida de esquivación a pensarla, analizo qué día podría ser hoy. Debía de estar terminando enero para darle paso al fuerte invierno de febrero, donde la nieve cae en gran intensidad, pero en pocos días se desvanece. 

Estoy al borde con los sentimientos en descontrol, queriendo verla. Deseando su libertad para tomarla como mía.

Debe de ser un hecho. Su acuerdo con Dean ha debido ser cancelado y ahora... ahora, soy yo quien hará lo imposible por recuperarla. Por arriesgarme a mejorar su mundo sin falsas esperanzas, sin mezquinas apariencias, sin miedos y con tal transparencia de lo que implica mi deseo de no perderla.

 Por arriesgarme a mejorar su mundo sin falsas esperanzas, sin mezquinas apariencias, sin miedos y con tal transparencia de lo que implica mi deseo de no perderla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

*¡MARATÓN! gracias por la espera. 

*¡Y QUE SE PRENDA ESTA MIERDA!

*Los extrañé, sobre todo esos locos y hermosos comentarios que me roban sonrisas. Es genial saber que existen personitas como ustedes aquí. Por cierto, acabo de darme cuenta que cuando me ilusiono en el amor pierdo inspiración de escribir. ¿Les pasa eso? Creo que no se puede tener todo en esta vida. Y yo me quedo con escribir.

London © - [Serie Apariencias] [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora