Celos.

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Maratón 3/3

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El timbre no dejaba de sonar desesperadamente. Se escuchaba una, otra y otra vez sin parar. Mi piel se puso de gallina por el incesante sonido infernal... Marqué el número de Jonatan pero él nunca respondió, intente muchas veces pero no daba resultado, el muy estúpido tenía el celular apagado.

Con toda la voluntad que me fue posible juntar en segundos, me encamine en dirección a la entrada principal de mi casa... Tomé un florero rosado que pertenecía a mi família desde hace muchísimo años, lo quebraria en la cabeza de quien sea que estuviera detrás de aquella puerta si este intentaba dañarme. Seamos honestos cualquiera tendría los nervios de punta al estar sola en casa y que de la nada pasadas las 00:00 am alguien toque el timbre de tu hogar desesperadamente. Llegué a la puerta, traté de mirar atravez del pequeño círculo que permitía ver más allá de la madera, pero la oscuridad no me lo permitió.

—¿Qui-ii-en esss? —Pregunté tras unos segundos.

No hubo respuesta. Pero el sonido se detuvo. Comencé a rezar a todos los Santos mientras abría poco a poco con la llave manteniendo el florero en alto, claro. Pero nada de lo que me esperaba había allí. No había un asesino en serie, tampoco había un monstruo... Porque de todo lo que imaginé lo último fue ver a un chico ojos claros sucio, con muchos rasguños y en estado de pánico parecía un vagabundo. Y no, no era Park.

Sus ojos conectaron con los mios y por un momento me sentí desnuda. Su piel clara se veía tan sucia que bien podías pensar que era negro, tenía labios carnosos... Besables y una cara angelical.

¡Concentrate Gabriela!

—¿Quii-iien erees? —Mis palabras sonaron más inestables de lo que hubiera querido y por un momento quise auto quebrarme el florero.

—Soy Ángel... Pero eso es lo de menos. ¿Está es la casa del alguacil? ¿Se encuentra la doctora Farmigan? Los necesito a los dos todo es una emergencia.

Hablo tan rápido que casi logra desorientarme. Pero lo entendí.

—Mis padres no están... ¿Puedo ayudarte en algo?

Negó.

Bajé lentamente el florero y lo volví acomodar en su respectivo lugar, pero teniendo un ojo sobre el, nunca sabes cuando puede serte útil.

—Necesito el número de alguno de ellos es par...

Pero sus palabras fueron silenciadas, cuando las luces de un automóvil iluminaron toda la fachada principal de mi casa; cegandonos.

Papá bajó del coche y llegó corriendo hasta donde nos encontrábamos nosotros, seguido por mamá.

—¡Hija! —Dijeron al unísono.

Reí nerviosamente, —Papá, mam...

Pero el mal educado de Angel o como demonios se llamará me interrumpió, menudo gilipollas este.

—¡Necesito su ayuda señores Farmigan!
—toda la atención fue desviada de mi para ponerla en él—. Mi casa se incendia con mi família adentro... Necesito... Necesito ayuda.

Papá pareció entrar en razón, o en acción como diría mamá.

—Sube al auto. —Le ordenó al mendigo... Digo chico que estába junto a mi, me arrojó su celular, para luego decirme—. Llama a los bomberos, ¡Maldita sea Farmigan! Pero ya.

—¿Pe-pero la dirección? —Pregunté casi como un susurro. Pero el chico pareció escucharme.

—Calle Kingston, casa número 23. Família Casanova.

Para el chico que nunca me amó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora