Siguiente paso.

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Esas vocecita de la conciencia que te recuerda muchas cosas... Como el día en que camine bajo la lluvia, que ahora me está cobrando la factura, ¿adivinen quién tiene gripe? Empieza por "Ga" y terminan en "briela"

Sorbi mis mocos en un sonido disimulado, pero fue inútil. Todos mis compañeros de clase voltearon a ver con expresión de quien fue la persona responsable de tal acto antiguienico... Quería hacerme pequeñita y desaparecer de la faz de la tierra. Les dediqué una pequeña sonrisa culposa y me hice la disimulada, fingiendo centrar mi atención en el maestro calvo que se encontraba frente a mi.

Jonatan me había respondido el mensaje, confienzo que casi muero al ver su respuesta.

"Nunca te culpe de nada, Gab. Dios sabe que nunca lo he hecho... Siempre hemos sido tú y yo. Te amo, eres mi hermana menor y siempre te apoyaré. Las circunstancias no hacen a las personas".

No entendí que dijo con exactitud... Pero tenía claro que algo muy importante.

Por otro lado papá y mamá le habían dado a Ángel una llave para que viera a su hermano cuando quisiera... Era lo menos que podían hacer, después de su garrafal error.

El timbre sonó, después de un "achu" proveniente de mi parte. Di un suspiro cansado y comencé a juntar mis cosas, pero el profesor pidió que me quedara.

—Sí, dígame señor Calvo. —Apreté los labios tratando de disimular la risa que intentaba escaparse. La cabeza del profesor no lo ayudaba mucho con su apellido.

—Señorita Farmigan. La veo más distraida de lo normal...

—Puede que, sí.

—Creo que ser novia del señor Casanova no le benefia en nada. —Suspiró—. Debería acercarse a personas que edifiquen su vida.

—En lo que a mi concierne, usted no tiene derecho a aconsejar mi vida, debería de preocuparse por su hija, la porrista que le abre las piernas a todo cuanto se mueva. Así que si no necesitaba nada más, Me retiro.

Salí del aula inflando los cachetes como niña berrinchosa... ¡Maldita sea! Ahora hasta a un profesor se creía en el derecho de decirme que debía o no hacer... Caminé tan rápido hacia a la salida que me pasé llevando a alguien.

—¡Auch!

—Disculpa. —Dije y luego comencé a recoger mis cosas sin fijarme en quien fue la pobre víctima que se atravesó en mi camino.

—¿Gabriela? —Esa voz... Creo que la he escuchado antes—. Soy Ruby.

La chica de la cafetería del hospital...

—Hola... Mira Ruby. Hoy no estoy de humor así que no empieces con tus cos...

—Tranquila. Sólo necesito que me hagas un pequeño favor.

—Ajá.

—¿Podrías darle esto a Alex? —me tendió un sobre blanco y volteó a ver hacía los lados buscando alguna persona que la estuviera observando, luego volvió a centrar su atención en mí—. Lamento molestarte... Pero, a mi no me permiten pasar. Y pensé que como hija del Alguacil Farmigan tú tendrías acceso a su habitación. Por favor, será lo único que te pida.

Lo pensé por unos segundos, minutos o quizá horas. Cerré los ojos, finalmente acepte.

—Bueno... Veré que puedo hacer. —tome el sobre y salí sin decir nada más. Esa chica de alguna forma me recordaba a mí, cuando estaba enamorada de Park.

🌿🌿🌿🌿

Ya había llegado a casa, hecho mis deberes y ahora esperaba a Ángel para hablar sobre lo que debíamos hacer... Pero nunca llegó, me desespere y comencé a sacar las cosas de mi mochila, los libros, todos hechos un desastre salieron uno a uno... Pero había algo más, la carta que me había dado Ruby. Quise abrirla, para leerla. Pero me recordé un millón quinientas veces que eso sería de mala educación, mordi mi labio pensando en que hacer, ¿debía entregar esa carta?

Para el chico que nunca me amó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora