Capítulo 35

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La cena fue muy agradable, Don Felipe se veía muy animado

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La cena fue muy agradable, Don Felipe se veía muy animado.

Cayetana: ¿Papá, cuantas copas te tomaste? – Preguntó mirándolo seriamente.

Don Felipe: Mejor, pregúntame cuantas botellas, ¿No? – Dijo sonriendo.

Andrea: Abuelo... - Dijo sonriendo.

Don Felipe: Estoy contento, mi niña, por ver otra vez esta sonrisa hermosa que tienes. – Dijo. – ¿No le parece que mi nieta tiene una sonrisa hermosa, mi Sargento? – Dijo mientras veía como Samuel la miraba encantado.

Andrea: Abuelo... - Dijo sonrojada, mientras miraba a Samuel.

Samuel: Pero el General Belmonte no miente... Tienes una sonrisa muy bella, Andrea. – Dijo mirándola a los ojos. Se quedaron mirándose mientras Don Felipe y Cayetana los observaba con una sonrisa.

Don Felipe: ¿Lo ves? Yo siempre tengo la razón. Además, la noche solo está empezando! - Dijo.  La cena transcurrió entre risas y anécdotas de Don Felipe. La verdad es que, todos la pasaron muy bien.

Samuel: ¿No te parece que ya es hora de irnos? Ya es muy tarde. – Dijo, acercándose a Andrea.

Andrea: Yo pensaba en quedarme aquí. – Dijo.

Samuel: ¿Otra vez? – Dijo mirándola a los ojos.

Andrea: Bueno... - Decía.

Samuel: Necesitamos repasar lo que vamos a hacer mañana, en la cena con el señor Morales. – Dijo. La verdad es que, no soportaría otra noche sin tenerla cerca.

Andrea: Sí, creo que tienes razón, es una gran oportunidad, además, el banco necesita esa inversión. – Dijo.

Samuel: Yo no sé lo que hacer, ni como hablarle a este señor. – Dijo.

Andrea: Tranquilo, no te preocupes, yo te enseñaré el proyecto. – Dijo.

Don Felipe: ¿La parejita ya se va a su casa? – Preguntó, cuando los vio hablando.

Cayetana: Papá, compórtate por el amor de Dios. – Dijo.

Don Felipe: Es una simple pregunta, no empiece con el drama, Cayetana. – Dijo Don Felipe poniendo los ojos en blanco.

Andrea: Ay abuelo! Pero sí, ya nos vamos. Mañana tenemos una cena muy importante con un inversionista, tenemos que estar listos. – Dijo mientras se acercaba para abrazarlo y besar su mejilla. – Te quiero mucho mi viejito! – Dijo.

Don Felipe: Yo también te quiero mucho mi niña... Ve con cuidado, te estoy confiando mi estrella más preciada, espero que la cuides bien. – Dijo a Samuel.

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