Capítulo 54

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En la mañana siguiente,

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En la mañana siguiente,

Rancho Del Junco

Andrea se detuvo un momento, mientras veía a su mamá, que la miraba con una sonrisa.

Andrea: ¿Pasó algo, mamá? – Preguntó, concentrando su mirada en su madre.

Cayetana: Sí, es que estoy muy orgullosa de ti, mi pequeña, te quiero mucho. – Dijo, acercándose para abrazarla. Andrea sonrió.

Andrea: Yo también te quiero mucho, mami. – Dijo, después del abrazo.

Cayetana: Si tu papá estuviera aquí, estaría muy feliz. – Dijo, emocionada, Andrea también lo estaba. – Has trabajado mucho para recuperar el Rancho, jamás hemos tenido tantas ganancias. – Dijo.

Andrea: Es el sueño de mi papá, no podría defraudarlo. Yo amo cada rincón de ese Rancho. – Dijo.

Cayetana: Estás haciendo un gran trabajo, hija. – Dijo.

Andrea: Si tuvimos éxito fue porque trabajamos en equipo, tú, mis hermanas, mis cuñados y mi mugrosito. – Dijo, sonriendo.

Cayetana: Hace mucho que no escuchaba ese apodo. – Dijo, sonriendo.

Andrea: Bueno, él es mi mugrosito, aunque él no se acuerde de eso. – Dijo, sonriendo.

Cayetana: Me alegra mucho volver a verte sonreír, mi niña. – Dijo con sinceridad.

Andrea: Es porque estoy feliz, mamá. – Dijo, mirándola a los ojos. – Pensé que lo había perdido para siempre y resulta que Samuel se volvio a enamorar de mí. – Dijo, con una sonrisa.

Cayetana: Pues, yo creo que él nunca ha dejado de amarte. – Dijo.

Andrea: Bueno, sea como sea, lo importante es que ahora estamos juntos y muy  felices. – Dijo.

Cayetana: Eso me alegra, que Samuel te cuide y te trate bien. He notado que te envía flores todos los días, como solía hacer antes del accidente. – Dijo. – Aquí tienes a un hombre muy enamorado, mi niña. – Dijo, sonriendo.

Andrea: Sí... Samuel me trata muy bien y cada día lo amo más. – Dijo, sonriendo.

Cayetana: No tienes que decirme. – Dijo, con una sonrisa.

Andrea: Hoy él me invitó a una cena especial. – Dijo, con una sonrisa.

Cayetana: Pues que tengas una buena velada con tu marido. – Dijo, divertida.

Andrea: Gracias mami... Gracias por todo el apoyo que me brindaste todos estos meses. – Dijo.

Cayetana: Eres mi hija, Andrea. Yo te amo y siempre voy estar aquí para abrazarte, consolarte, celebrar tu felicidad y todos tus logros, mi niña. Mi amor por ti es incondicional. – Dijo. Andrea la abrazó, y no pudo contener sus lágrimas, en los últimos días ella se estaba poniendo muy sensible.

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